como los monos de gibraltar

jueves, 22 de julio de 2010

Clementina, deja que el Pegamin te vea mejor.

29 comentarios:

ramonkarlos dijo...

Niñas arias über alles.

dunkeleith dijo...

Ooooooooooooooh

Que foto tan buena, me la guardo en el ordenata.

priest dijo...

Jajaja

Follatabiques dijo...

Que faltos de coño os veo, jovencitos, que se os dilatan las narices y os cae la baba en cuanto huele un poco a chocho de hembra

Anónimo dijo...

Quién es Clementina?

Anónimo dijo...

La hermana que no ovula de Paca

priest dijo...

Clementina es una mujer con nombre de personaje de obra de teatro.

Petra dijo...

Es la que zumbaba naranjito.

Anónimo dijo...

Es un travesti?

la tita adolfina dijo...

clementina o el horror de un canotier

Tereso dijo...

Xabi, ¿la quieres ver más? después de que el servicio de inteligencia la encontrara meando, comiendo lefa en tarro y tomate frito orlando amén de unas puestas de huevos insuperables; es suficiente como para que no pidas unos rayos X de Clementina hasta dentro de una semana mínimo.

Anónimo triste dijo...

Estaría bien que hablarais de mitos de la alta cultura en Pegamín. Filósofos, escritores, músicos de cámara. No es que sepa yo mucho de todo eso, ni que controle las referencias, pero siempre se puede tirar de anécdotas y chismorreos, que son el secreto del éxito popular.

Por ejemplo, Wittgenstein. Bonito nombre, Wittgenstein. No sabía mucho sobre él, pero el pasado verano leí una celebrada biografía que publicó Anagrama. El autor, Monk. Monk a secas, muy misterioso. Apenas recuerdo nada de lo que leí sobre Wittgenstein, y menos sobre su obra filosófica, que es durilla, durísima, de tener un cabezón engrasado en granito. Sí que recuerdo la paradoja del pato-liebre, una cosa digna del Pegamín que aquí adjunto.

http://tiny.cc/z3e0p

Un profesor mío aseguraba que Wittgenstein se volvió loco porque no aceptaba su homosexualidad. Yo creo que mi profesor trataba de disimular el hecho de que no había entendido una mierda del Tractatus llamando a su autor marica reprimido y locatis.

El caso es que Witgenstein sí que tuvo algún amante, puesto que estuvo en Cambridge, o en Oxford, o en los dos sitios. Fue un rollo tipo maestro-discípulo, en el que el discípulo volcaba la admiración por el héroe intelectual, por el craneo aúreo, y el maestro ponía la brasa. Se iban de vacaciones o se iban a remar al lago, y ahí tenías a Witgenstein soltando sus brasas tremendas, que seguro que eran geniales, pero duras de roer. Y el chavalín ahí aguantando, remando y sin pillarlo del todo, pero esperando el amor.

Pero Witt no estaba hecho para el amor. Estaba hecho para la perfección, para el trabajo bien hecho, para formas de aristas apolíneas, para la Lógica y la Estética. Todo lo quería niquelado el filósofo, y extendía este principio a cualquier aspecto de su vida y de su entorno. Preconizaba la conveniencia del trabajo manual y no le dolían prendas por desempeñar tareas plebeyas. Lo mismo hacía de jardinero, que niquelaba el pomo de una puerta. El cerebro ardiendo, los ojos candentes y las manos terribilitísimas.

En une época de su vida impartió clases de matemáticas a chavalitas de pueblo. Se lo tomaba tan en serio como si estuviese dictando lección en Cambridge. Tan en serio tan en serio, que en un mal día se topó con una niña que no entendía y se le incendió toda la furia en la cabeza, en los ojos y en la mano abierta. Y allí quedo la marca de la mano, la teleplastia encarnada, en la cara de la profana.

Anónimo dijo...

Que bonito es vuestro anónimo triste, ya lo quisiera para mi.

Dr. Huysmans dijo...

Que afoto mah tienna.

Tereso dijo...

Para que hablen de los anónimos descerebrados de Pegamín. Descerebrados sí, pero a base de dormidinas y antidepresivos inservibles. Enhorabuena Tristón.

Anónimo dijo...

Aquí los únicos descerebrados son los que no son anónimos.

el perro de wittgenstein dijo...

¡¡¡mentiroso!!!

Anónimo dijo...

Se piensa el ladrón que todos son de su condición

dunkeleith dijo...

Debemos asegurar la existencia de nuestra raza y el futuro para los niñas blancas.

Anónimo dijo...

I am what I am, am what I am needs no excuses.

Anónimo dijo...

Eso es verdad: mi cerebro y yo negamos haber leído y comentado el Pegamín cuando nos lo citan en el Café Gijón.

Anónimo dijo...

Anónimo triste es un pegamita. Deberíais darle la llave del lavabo de ejecutivos.

paca dijo...

Triste, querida, me perturba. Ahora evoca al amado borderline de Ludwig, dejándome to' desconcertada. Qué decir de sus palabras inocentes sin inocencia redactadas.
Por qué de entre todos él?
Hablar de filosofía en pegamin? Qué le ha hecho pegamin?

Anónimo triste dijo...

Paca, conservas una capacidad para el asombro que para mí la quisiera. La vida así tiene que ser un no parar de sensaciones y emociones, como un sábado en la casita del árbol de Priest.

Mas que hablar de filosofía, que está fuera de mis posibilidades actuales, lo que se puede es dibujar "cromos". El cromo de Hitler con la niña de rubias trenzas me trajo a mí a la cabeza ese otro cromo del otro austriaco y de su otra mano sobre la otra niña.

El cromo del pato-liebre también es una cosa magnífica, un poco peturbardora, eso sí.

la bata de guattari dijo...

me hace gracia la salida de la paca, si fue con ella con quien entró la cosa sesuda en pegamin, antes lo más alguna rumia de chabi pero siempre distinta de su blog, adaptada a los CI más livianos del pegamita medio

Anónimo triste dijo...

Sí, es verdad que en algún comentario se dejaba llevar... Pero luego se sentía culpable, se sentía sucia.

paca dijo...

Si lo dice por una, mucho, la filosofía resulta una cosa muy guarraca.

Filosofía en el tocador dijo...

A follar que son dos días

paca dijo...

Sade es un filosofo cansino. Lo del foki foki lo tenían ya bien claro los griegos...