como los monos de gibraltar

sábado, 7 de agosto de 2010

Minutos musicales

Antes de vestirse de redneck loco, descuartizar animales y salir a escena montado en un bisonte, Theodore Nugent fue el líder de la coqueta banda de garaje The Amboy Dukes, una joyita del rock psicodélico y garajero y del sonido lisérgico, que, como no, se gestó en Detroit, cuna del automóvil mastodóntico y del rock con roña. En su haber la reinterpretación más acertada del clásico "Baby, please don't go" -tema que siempre, siempre, me hace pensar en la Malasaña de finales de los 80- o este "Journey to the centre of the mind" de su segundo disco, Después de esto se iniciaría el descenso hacia ese sonido tan querido por Ted, un avance a cortos pasos hacia el hard rock sucio y tan del cuarto mundo que haría famoso a Nugent: una mezcla entre la sintonía de la violación de una stripper y la banda sonora de un parking de caravanas. Música para paletos y amantes de la carabina, para gente que va a misa los domingos por la mañana y fuerza a sus hijas por la tarde. Para estadounidenses, vamos. Pero esto es adelantarse en el tiempo. Antes de eso, como he dicho, los Dukes hacían viajes al mismísimo centro de la mente, sin especificar si aparcaban en zona azul.


The Amboy Dukes - Journey to the centre of the mind

16 comentarios:

no mires atrás dijo...

Qué cosas, menudo currículum más diverso, vamos, de PM, o sea, digno de Pío Moa.

Don Julito dijo...

y sin martillo, con las manos desnudas...


me ha molado lo de don't look back, you know it

Anónimo triste dijo...

Qué bueno. Mis escasas referencias en psicodelia suelen ser más luminosas, tipo Byrds y tal, esto tiene un tono más sudoroso, antecedente del rock roña, que dice Julito.

Entre eso y la descripción que ha hecho del público americano potencial, me ha venido a la mente la película The Grissom Gang (no se la pierdan): allí la banda sonora se construía a base de banjos locos, pero bien podría ser un raca ruca garajero.

Don Julito dijo...

No, Triste, me refería más bien al hard rock sucio y esquizoide que haría después Ted Nugent como la banda sonora de los sábados noche del redneck standard

Anónimo triste dijo...

Pero entre eso y lo otro hay una continuidad, ¿no? No sé, no entiendo mucho del tema.

Anónimo triste dijo...

Aunque no tenga nada que ver: Cinco moteros de los de la vieja escuela han aparcado y se han aposentado debajo de mi ventana, allá donde meara el mendigo barbudo. Daban grandes y ostentosas voces y me he asomado. Llevan chupas de cuero sin mangas, van de negro y han rodeado el kiosquillo de la ONCE con sus lustrosas Harleys. No acierto a ver qué dice el anagrama de sus espaldas. ¿Serán Ángeles del Infierno? Parece que esperan algo o a alguien. ¿Qué tramarán?

priest dijo...

Me ha molado, sobretodo el inicio. Yo de Nugent no controlo muchísimo, solo los primeros discos. Tardé en escucharle porque le tenía manía.
Strangehold me la empina.

ramonkarlos dijo...

Me sumo a la recomendación de triste. El que no haya visto The Grissom Gang ya tarda.

Don Julito dijo...

Yo paso de verla

la puta madre de todas las demás madres putas dijo...

Será de la ONCE. Si no, no se explica.

Anónimo dijo...

Menos lobos Caperucita

ramonkarlos dijo...

Que la veas, hijo de puta.

Anónimo dijo...

Sr 77 es usted un CAPULLO

pasta flora dijo...

de alhelí, dí que sí

Anónimo dijo...

El Virus de Gilipollez Crónica es una enfermedad muy antigua, conocida desde los tiempos de un tal Jesús, es un síndrome donde el paciente siente ganas incontrolables de hacer paridas gordasss, también tienden a joder a quienes los rodean puesto que siempre terminan pagando sus gilipolleces

Tereso dijo...

Yo a este tema lo descubrí cuando salió del horno ese homenaje de clásicos que hicieron los ramones en el 93 (creo). Se llamaba Acid Eaters y era un repaso por tremendos temazos de los 60 y 70, y recuerdo que fue uno de los primeros Cds que me compré pues la usanza en aquellas épocas era grabar casettes a lo loco. A veces, y como ha ocurrido a lo largo de la historia, los vírgenes se acababan y había que recurrir a los usados. Recuerdo haber tapado con cinta adhesiva esos agujeritos-imenes de Jesús Ramírez la misa criolla, a Luis Cobos y a nana mouskouri. Mi padre se indignaba, sobre todo cuando descubría que lo que había encima no eran más que ruidos y cacofonías punks, o música del demonio como solía llamarle él.

Hace años, aunque menos, escuché la versión original, esta que Don Julio nos concede, un pelotazo como todo ese disco de los Amboy Dukes. Luego Ted pasaría a mejor vida. O peor, el sabrá.