como los monos de gibraltar

sábado, 26 de marzo de 2011

Islas construidas con caquita cerebral

No te metas donde no te llaman es una frase que bien podía haber salido de cualquiera de nuestras madres, un poco en tono de reproche y con un amargo regusto a lefa en su pronunciación, que se sabe de donde venimos.


Sé que con este post tal vez hurgue en la nariz del tiempo y que incluso encuentre un moco gelatinoso, pero de vértices duros, cuya principal función radicará en crear equilibrio y adherirlo a las paredes de esa fosa nasal peluda y escocida de tanta mandanga que es la mente del lector medio de esta santa casa.

Una nariz es un lugar como cualquiera, quizás enorme para un microbio o un protozoo alado, pero pequeña por ejemplo si la comparamos con el resto porcentual de la humanidad que la contiene, más aún si el cuerpo es del volumen de un arcón congelador pero con la temperatura de los reactores nucleares de Fukushima.

La subjetividad en la percepción del espacio según el punto de vista, que es lo que quería decirles anteriormente, ha llevado a muchos a fantasear con su propia isla, no solo por la tranquilidad que ofrece el no tener vecinos, sino también por la reforzadora idea del Robinson Crusoe urbano que cada uno lleva dentro, esa isla de cemento ballardiana que el empleado de banca, funcionario publico o ciudadano occidental de a pie busca reafirmar entre sollozos por la expulsión de un integrante de GH o la estupefacción ante el nuevo catálogo de Ikea.

¿Y porqué no una isla? Un plano cuya dimensión limitada nos permita establecer en nuestro territorio ampliado todo el material sedimentario acumulado durante años en la sesera. Nuestra experiencia vital podría llevarnos a ser un Giorgio Rosa de lo insular y plantar una disco y unos chiringos, establecer tu puto idioma oficial, que para más INRI será el idioma universal del laboratorio (el esperanto, what did you expect?) y así elevar la metagilipollez a paraíso fiscal mode on, y quedarte tan ancho, con banderita naranja, evasión de impuestos y con cócteles a juego con el color de la bandera de tu nuevo propio país. Esta empresa harto complicada podría verse dotada de mayor significación con un acto simbólico como puede ser el establecimiento de un día en el que se rompe el frágil cascarón de la estupidez: el 68, año de la independencia del Insulo de la Rozoj y año de la revolución de a saber qué cojones. Y Garci nombrará años más tarde la fecha del nacimiento de la isla cuando presente una película bastante aburrida de ese año justo antes de acabarse el whisky que dará pie al realizador para darle play a esa obra del séptimo arte que muy pocos estarán esperando a esas intempestivas horas.

Sin embargo, a todas luces parece la obra de un Quijote con propulsión a chorro armado con AK-47 y caballo de metal, más que una obra solidaria la de nuestro Giorgio. ¿Y el ideal y corrector camino de la moral y costumbres fruto de la colectividad? Porque vamos, ser un Capitán Nemo y tener tu isla molona estaría bien, pero la sola idea de vivir en una roca grande es de un escapismo aislacionista que no llevará, en ningún caso, a un final feliz. Te morirás y la puta isla volverá a estar tan desierta como cuando llegaste. Y los gusanos que te recorrerán serán más felices que tú, porque crearán vida en ti ya fiambre y se partirán el culo en tu osamenta. Y será el final de tu microcosmogonía, y tú no quieres eso. ¿Verdad que no?

Por ello, cuando sufras diarrea mental, intenta maximizar las oportunidades y proyecta un final feliz, sino para ti, por lo menos, para los demás, y no hablo de los gusanos precisamente.

Pero ahí estás cagándola nuevamente. Como cuando decidiste volver con tu ex porque se había rehabilitado de su problemita y la/o encuentras al segundo día desrehabilitándose con el butanero, o con tu padre, o inmersa/o en una investigación de lo pansexual metiéndose un rábano en el culo antes que probar el sabor de lo que creías (sólo tú) era un “sweet stick”.

Y si la idea de tener un territorio para ti solo era una absoluta memez, qué se ha de decir de una nueva nación formada por la santa idea integradora de pertenecer a un sexo. El guetto llevado a su máxima expresión, a pasitos del estado de Queensland, en la lejana Australia y constituida sobre los cimientos de un arrecife de Coral. Barra libre de pasaportes por ser maricón o bollera, una reina con el nombre de Dale I y más fiesta que en un fin de semana de nuestro Miguel Agnes. 780.000 km cuadrados de probable arena blanca, y la suntosidad de un himno como el I Am What I Am de Gloria Gaynor… gay-nor, XXDDDD.



Así las cosas el Reino gay y lésbico de las Islas del Mar del Coral explica de manera un tanto deslavazada la idea dicotómica que tenemos los seres humanos de jugar a las casitas, hacer reinos troquelados y dar carácter simbólico a todito cuanto nos rodea. Debido a que en la dichosa micronación no hay nadie viviendo, las implicaciones simbólicas adquieren por tanto del tamaño de un mamut adulto, y a su vez sirven de nutriente representativo a las actividades económicas cuando te topas por ejemplo conque las actividades económicas son la pesca, el turismo y la filatelia. El alto contenido de paradojas no es mucho menor que en cualquier otro estado (no nación, ojito), que nace siempre con la soberana concepción de aunar a unos seres y tocar los cojones a otros (aunque la intención originaria no fuera esa).Y hacia allí partimos con la maleta cargada de dildos fluorescentes y nuestras colecciones de camisas floreadas, o qué creíais, que nos íbamos a quedar en el mismo suelo que pisáis. Habrá fiestas mil, diyeis molones, videoproyecciones con los colores del arco iris-bandera nacional y sobre todo maricones como todos nosotros. Y también vosotros, que entráis por la no tan limpia puerta de atrás del Google y os quedáis en busca de redención o con la pagana ilusión de que por alguna vez tengamos la decencia de redactar con coherencia textual. Eso a vuestro periódico del barrio o a vuestro medio de comunicación de masas favorito. Esto es Pegamín 2000, la Manos: the hands of fate de los blogs, y nosotros los Hal Warren de la cosa, unos vendedores de fertilizantes devenidos en pegamines, los distribuidores de caca de la red.

16 comentarios:

un simple dijo...

¿esto de qué va, del señor de las moscas, del señor de las pacas, del silencio de los agnes o de qué?

Anónimo dijo...

Esto va del crucero de las estrellas

Anónimo dijo...

Con lo fácil que es hacer un post donde todos nos entendamos y no esto donde solo te entiendes tu.

una de purpo dijo...

que vuelva el purpoooooooo!!!!

Anónimo dijo...

No me extraña que se haya ido

matildo coneso dijo...

tereso sieso

Anónimo dijo...

Verde, verde.......

cromatóforo pérez dijo...

mejor violeto violante

Tereso dijo...

:)

penínsulo ibérico de bellota dijo...

explica esta entrada, oh, tereso, elévanos de nivel

Anónimo dijo...

Déjale en su mundo, no sea que lo ponga peor

Polifemo Polisemio dijo...

SIESO:

m. El ano junto con la porción inferior del intestino recto:
las hemorroides salen en el sieso.

adj. col. [Persona] desabrida,arisca y poco amable:
¡hija,no seas sieso y vente con nosotros!

el cartujo de parma dijo...

lavati i siesi

Anónimo dijo...

diarreas insulares

MiguelAgnes dijo...

Muy bonito post, Teres0.
Tienes que publicar más!

priest con su padre a lo triatlon dijo...

Qué día, hermanos de la congregación del pegamin, qué día. Ayer hice un examencillo de alemán y me encontré por sorpresa con la ucraniana. Quedamos por la noche y tras tomar una cerveza nos fuimos a mi casa.
Joder que no tenía experiencia... resulta que todo fue un lamentable malentendido y se refería a falta de experiencia con los hombres de forma... casi filosofica. ¡No te jode, ni tú ni nadie! ¿Qué cojones sé yo del amor o de nada, si ya me cuesta entenderme a mi mismo?

Y nada, aquí la tenemos, destrozándome con su insultante juventú en la cama, sofá y silla.
Y cuando su recital ha terminado y yo, derrengado, me tumbo en la cama con ella sobre mi pecho, miro al techo y pienso "bueno, has cumplido, pero o te pones las pilas o con ésta lo vas a pasar peor que el padre del triatlon", es entonces, digo, cuando me araña suavemente cerca del pezón y deja caer frases como "hacer un trio".

Y no he podido dormir pero eso no ha sido obstaculo para que, al marcharse, haya cogido la pelota de baloncesto que compré ayer y, con los pantalones de baloncesto que ella ha usado brevemente para dormir manchados ligeramente de semen o flujo, me haya dirigido a un campo cercano a mi casa.
He pegado unos tiros y a los pocos minutos estaba jugando un glorioso y, a pesar del frío, sudoroso 3 para 3. A los que no les guste el baloncesto no lo entenderán pero después de meses sin jugar, echar un partidete sabe a gloria. Como también lo son las hostias de los partidos. No me considero marrullero, pero me gusta el juego muy físico y nunca salgo sin un moratón o un golpe. Hay algo catártico y primitivo en recibir golpes...

Luego he llegado, me he duchado y, da igual lo que haya ocurrido antes, he reiniciado mi cuerpo despidiendome del sabor salado de mi sudor y de su coño.

Esto último me ha quedado un poco Luno, ¿que no?