como los monos de gibraltar

jueves, 17 de octubre de 2013

Bar-váter (II)

En la entrega anterior http://pegamin2000.blogspot.com.es/2013/10/bar-vater-i.html

Observando la situación, del otro lado de la barra, el hemiciclo de madera, estaba un señor con un gran parecido a un famoso actor. Impasible en la otra esquina pero que veía toda la jugada. Abocado al almondiguismo y al sufrimiento: spanking, bondage, alcohol, y etcéteras. Toda la noche a cervezas. Se acercó, hizo el comentario que debía sobre Andrés de Sabadell con pulcritud y se unió a la cháchara. Sabes, te pareces un montón a John Malkovich, arriesgó como quien apuesta una ficha al color el skater.

Acabamos la noche los tres y una tal Cristina hablando a saber de qué cosas. Cristina tenía unas tetas enormes y acudió a las cinco más fresca que una rosa al alba, lo cual me hizo pensar que era una dama de compañía. Mi compañera de curro: mal pensado. John Malkovich y el otro se hicieron amigos y se fueron a empolvar la nariz un par de veces. La dinámica de JM era: cerveza, baño, cerveza, cigarro fuera (veía la jugada) y así hasta acabar la noche. Es muy majo John. Le gusta mucho la música. La verdad que ahora que lo pienso no era prostituta. Como mucho comebolsas, pero poco más. Tenía una risa peculiar recuerdo, de esas que penetran en el oído como un ruido blanco y se quedan palpitantes en la sesera. El ruido eterno. Esos pequeños condimentos sensoriales se te quedan grabados al aguafuerte, como esos váteres de estación de trenes. Como es lógico, se fueron juntos y tan contentos.

 …

 Aparece JM al otro día. Tal vez con la misma ropa. Al final de la noche me invitó a su casa a escuchar discos. 300 vinilos. Quiero que los apruebes. Le contesté que no tenía autoridad moral para evitar con caballerosidad su amable invitación. Esa noche habló de la comida y el maridaje con las bebidas lo cual derivó en una charla sobre la primacía oriental. Y esa es la razón última por la cual creo yo que se autodestruye en el bar. Porque sabe que nuestra cultura está feneciendo. Porque no tienen pelos los orienEn tales, los putos orientales. Porque ahorran en comunicación. No les hace falta hablar casi. Nosotros que somos descendientes de la cultura grecorromana, con el culto a las grandes chorradas, dice: los poemas, la música. Mahler le da mil vueltas a cualquier composición oriental. Somos incapaces de comprenderles. 

Brasa va, brasa viene, resulta que la piba que vino a visitarle a las 5 de la mañana el día anterior es su dealer. Cristina. Por eso venía tan fresca y con pintas de no trabajar la noche, pero aun así yo pensé que era puta. Pero no, era su dealer, y qué tetazas tiene, se vienen abajo de pura enormidad, efecto gravitacional que tan bien nos describió en su momento Sir Isaac Newton. Pero había dejado a los tres mosqueteros solitos. ¿recuerdan? Malkovich, Cristina la de las tetas que pensaba que era puta pero era su dealer y el skater. Se fueron, según palabras de JM, al coche de alguno de ellos, no se si el Malkovich o Cristina, pero da igual, no es importante para la historia creo. Le invitaron una loncha al skater y todos para su correpondiente casa. Bueno, Cristina y JM se fueron juntos porque al llegar a casa se dieron cuenta de que el skater les había robado un pollo. Hay que ser gilipollas. Robarle a un camello. Desde luego que hay que ser muy imbécil. El le había avisado a Malkovich durante la noche que gustaba de robar cosas (sic). ¿Cómo que cosas? Cosas, sí. Voy a un sitio y si me mola algo lo cojo.


En fin, que igual se come una paliza por gilipollas. Además se donde trabaja, pero mandándose la que se mandó no creo que vuelva a aparecer por el bar. Y encima le invité a dos cervezas para que mantuviera la tensión dramática con Andrés de Sabadell.

Bueno, por lo menos se donde trabaja.


jueves, 3 de octubre de 2013

Un grande

No lo sabíamos, pero siempre estuvimos de acuerdo con él.

Minuto 6:25


En este video hablan de la situación en Grecia.
 Gregor Gysi está hablando de la importancia de los filosofos griegos en la civilización occidental cuando le interrumpen para pedir que deje esos argumentos no relacionados, a lo que contesta "ya paro, ya paro, me doy cuenta que hablar de filosofos griegos es pedir demasiado". Entonces se oyen medio abucheos y dice muy tranquilo "muchas gracias por la ratificación" (de que era pedir demasiado). RISAS.
Luego ya se vuelve a poner serio y a decir que deberían tomar en consideración sus argumentaciones, que de haberlo hecho mucho antes, no se encontrarían en la calamitosa situación actual.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Bar-váter (I)

-Cuenta eso que ibas a contar, puto negro.

-Es una historia jodida. Me he sentido como el camarero de Barfly ayer. Pero más jodido porque no hubo peleas ni nada. Entró un señor con pinta de mendigo al bar, chándal, unas zapas de moto y una chupa Yamaha. Y que no se me olvidé, las gafas de sol de diadema en la acbeza. En la mano, una bolsa de carrefour de las reciclables. Que donde puede dejar sus enseres. Donde sea le responde mi compañera. El bar estaba vacío.
Se pide un vaso de pepermint (flipad) con dos hielos y una cerveza. Comenta un par de jugadas con la camarera y le pregunto a ella que si todo bien. Que si iba bien el tipo. Sí, es extraño pero todo bien me responde ella. A la segunda consumición de pepermint y birra se va a fumar afuera, ya se le estaba empezando a complicar al habla y olía a petroquímica su aliento, así que decidí ir afuera mientras fumaba y darle un poco de charla para que no le tocara las pelotas a los demás escasos clientes que ya iban llegando. La calle, muda, salvo por la voz de Andrés, así se llamaba el paisano, y yo.

-Qué profesionalidad. Estás en todo.

-Ya. Cigarrillo. Me convida. Le digo que no, pero porque yo no suelo fumar y aquel día no pretendía que fuera la excepción. Compruebo que estaba pedo o en un estado alterado de la personalidad que dirían las fuerzas de seguridad y el orden: su habla no es clara y repite las frases contantemente. Canta soy un truhán soy un señor, se la adjudica a Joan Manuel Serrat, detecta un acento, vocifera que si Sabina es dios en mi país, Serrat es Jesucristo. Asiento con un gesto de cabeza. Le comento que a mi madre le encantaba Serrat. A mi madre le encantaba Serrat.

-¿Era Elvis?

-No era Elvis, era de Sabadell.

Todo bien entre Andrés y yo. Nos vamos entendiendo. Todo esto, con el barrio de Chamartín dormido y sin un coche en la calle. Porque todo el mundo ahí esta de vacaciones, tienen pelas.
Andrés de Sabadell, sargento en Afganistán, con un amigo uruguayo que se las preparaba gordas. Muy majo pero muy mentiroso según su propia y probablemente única versión que iba a escuchar yo de la historia.
A partir de ahí empezó a desmoronarse Andrés. Y yo a encajar la historia del pobre Andrés, su historia.

Que si en Afganistán estuvo 40 días sin comer. Que las kalashnikov son mejores que las armas que tenían los españoles. Que si tuvieron que robarle la comida a unos afganos amenazándolos de muertes. "Al fin y al cabo son putos moros", se justificó. Pero era majo Andrés. Me mostró todo su cuerpo cosido de cuando defendió a su colega uruguayo en el ejército (?). 
El uruguayo, por lo visto, tenía miedo y no quería estar allí pero Andrés le defendió con su arma y recibió cortes por todos lados. No me llames sargento le repetía mientras el uruguayo estaba cagado de miedo. Para cuando Andrés defiende a puño y munición a su colega del cono sur él y yo ya somos colegas.
Al final de la charla y de su eterno cigarrillo veo una persona por la calle. Imaginad, un deus ex machina en pleno trance de la brasa. Un tipo de unos treinta y largos en apariencia, sin camiseta y con skate por la puta avenida. Os recuerdo y para añadir algo más de tensión que la escenografía de nuestra charla era ballardiana. Así que su aparición fue como cada vez que aparecía una puta barcaza en aquella peli tan mala de Waterworld. Pobre Kevin, se gastó un montón de pasta en aquel bodrio.

- Waterworld está muy bien porque todo el mundo es mar. No hay piscinas.


- En fin, que llega este, lo reconozco a la distancia, es un cliente de los pasadetes, se pone la camiseta y me dice que si puede tomarse una cerveza y que si mañana puede pagármelas. Le digo que si, porque para ese momento ya estaba yo jugado. Y, joder, me apetecía hacer un "boxeo a tres bandas".

- Le dijiste que sí porque era skater? Negro, esto es un suspense insoportable. Parece un folletín por entregas,

- Espera, me llaman al teléfono.

- ¡No puedor!

- No, le dije que si porque así los dejaba a los dos hablando. Además luego me di cuenta de que el martes anterior había estado con esa actitud entregada (como si te metieras una cucharada sopera de speed, cuatro monsters y tres rayas a la vez) pero poco nociva, que llega a entretener pero sin doler, como una descarga de poco voltaje.
El skater que es cocinero y tiene restaurantes (dice) me cuenta que viene de grabar no se que mierdas con su crew (de skaters intuyo). A su vez, Andrés contándome historias de la puta mili y de que su vida es una mierda. No doy abasto pero intento concentrarme: ambos merecen mi atención. La clave de la conversación, ahora que lo recuerdo, estuvo en que el skater no tuviera pasta encima, ahí fue donde Andrés se apiadó y empezó a sacar billetes, dos paquetes de tabaco (quería regalárselos al skater) e invitarle a todo. El skater no quería. Viendo el aspecto de Andrés, que estaba bastante demacrado, hubiera sido una injusticia moral aceptar cualquier cosa de él. Era él quien necesitaba ayuda.

Pues eso, que saca un fajo de billetes: yo te pago todo chaval, qué quieres, yo te invito. Si voy a un bar me pido un rioja y un bocata así de grande (hace el gesto con la mano del tamaño de la polla de Mandingo). Que yo te lo invito, pero a mi no me gusta la gente falsa, lo veo en la mirada (sic). En la acción de sacar la pasta se le caen dos pirulas. Y un billete de tren o autobús. Todo esto en la puerta del bar, claro. El skater recoge las pastillas y el billete, le ejecuta una mirada cómplice y se las devuelve. Hace un comentario gracioso al respecto. Andrés toma el testigo pildoril y nos advierte: son para la ansiedad. Yo no sé si aliviarme o que porque ni bien acaba con su frase se las mete a palo seco. Recordemos que venía de tomarse dos cervezas con pipermint, la bebida de los champions. Y que ya venía oliendo a alcoholazo sin destilar.
Entramos todos. Nos sentamos los tres alejados de los demás clientes, en una esquina donde nuestra animada charla no confundiera a las parejitas y señoras que habían venido a tomarse una copita. Andrés emperrado en que tenía que pagarnos todo. Y nosotros: que no hombre, que no.
En un momento Andrés se cae por su propio peso y como estaba yo entre medio del skater y yo, logramos amortiguar algo su ciada, se dio con la cabeza en un apoya pies de metal: chichonazo. Hielo, lo acompaño fuera pero para este momento no podía articular movimientos decentes. los ansiolióliticos y el alcohol ya habían hecho lo suyo. No sabía Andrés que pasaba en su cuerpo ni lo podía controlar. Intenté calmarlo diciéndole que esa mezcla de pirulas y cervemint era muy potente y que lo mejor era descansar.

Lo acompañé a la puerta y me confesó ya en la calle que había venido a ver a su madre que había muerto . Por eso venía ligero de equipaje, por eso el billete de renfe en el bolsillo cuando se le cayeron las pirulas, por eso la depresión... Le dije que se fuera a un hotel o a un taxi pero que no se quedara por ahí vagando, con esos billetes arrugados en la mano. Espero que no lo hayan desvalijado. Antes de pirarse me repitió que la vida era una mierda. Cuéntamelo a mi, atiné a decirle. ¿Te puedo dar dos besos? Si, claro. Y no vi jamás a Andrés, desapareció por la avenida, como las ganas de vivir tras las vacaciones.