Aunque el apasionante tema de los esputos fue ya tratado en el que, creo, resultó ser el último articulo de Dildo en Mondo Brutto (lo cual suele significar que el tema en cuestión queda visto para sentencia) no puedo por menos que hacer un personal recorrido a mi pegajosa aportación a hacer de éste un mundo mas asqueroso si cabe. Al fin y al cabo, un tema que permite frases tan bonitas como "Esputo en tu puto careto, picoleto" debe ser descrito una y mil veces.
Con la adolescencia llegaron mis primeras flemas, algunas de ellas tan densas que hacían plantearme la probabilidad de tener alguna tara genética (con el tiempo supe que si, que era genético y que varios de mis primos también gozaron de esa capacidad sobrehumana), y vive dios que las disfrutaba; en altura o longitud era yo todo un campeón y no recuerdo que nadie me ganara. Y es que ¡que diferencia entre un escupitajo pobre en sustancia y uno que, por consistencia y presencia, pide a gritos ser lanzado en bella parábola contra una farola, cartel o cristal!
En la galería de grandes esputos siempre destacará uno que, poco antes de empezar un partido de baloncesto, hizo las delicias de mis amigos; lo eché en un rincón sin grandes aspavientos porque estaba concentrado en calentar pero al ver el producto de mi garganta, tuve que llamar a mis compañeros. Una bola de brillante verde devolvía los rayos de Sol que sobre ella caían. Admirados, todos convenimos que ese era el gapo mas grande y viscoso jamás visto. Es una pena que los móviles entonces no existieran porque merecía mas de una foto.
Entenderéis por tanto que no me pueda tomar a broma la muerte de un joven suizo que, en reñida competición con un amigo, tomó carrerilla desde el interior de su habitación de hotel y al lanzar el gapo por el balcón perdió el equilibrio y se cayo desde una altura de más de seis metros.
Hoy mis flemas volarán por ti.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Poesía!!!!!
Jajajajaaaja!!!!! mítico!!!!!
era un lapo tan denso, tan denso, que, lanzado desde un octavo piso, le abrió la cabeza a un trabajador de la construcción (¡y eso que llevaba casco!)
Funestos lapos aquellos que consistían en extender corazón e indice, y verter allí un lapillo viscoso, cual ejecución de un dedillo, que se lanzaba de forma certera a la espalda del primer incauto que se pusiera a tiro, cual ninja con un shuriken.
los lapos más gordos se sueltan en laponia
Publicar un comentario