En esta entrega nos vamos a apartar un poco de la temática habitual de robots y aliens jodedores. La ciencia ficción guarra, en su incontrolable exploración de los límites de la sexualidad humana, va mucho más allá de esas cuestiones. Y un ejemplo glorioso es la película Proyecto Brainstorm (1983). Famosa por ser la última película que rodó Natalie Wood antes de su muerte en extrañas circunstancias, es una notable historia de ciencia ficción que trata temas tan apasionantes como la realidad virtual, el futuro del cine 3D, los límites del cerebro humano y qué coño pasa cuando nos morimos. Unos científicos descubren una forma de grabar las emociones y sensaciones que experimenta el ser humano en una cinta para que después puedan ser proyectadas en la mente de otra persona. Pronto surgen posibilidades inquietantes y los militares no tardan en verlo como una forma para controlar a los individuos y crear supersoldados; lo típico de los militares, vamos.
Pero la parte que nos interesa es otra. La gran aportación de esta película a la ciencia ficción guarra es cuando uno de los científicos, un joven cachondo con una novia rubita, tiene la feliz idea de grabarse a sí mismo practicando el coito. Como es lógico decide compartir la experiencia con un colega cincuentón y le presta la cinta para que se dé un homenaje."Es mejor que la pornografía", le dice. Al principio el ciudadano se hace el remolón, pero acaba viendo la cinta y se le ocurre ir más allá. El pajillero geek siempre tiene que alcanzar nuevas cotas de guarrería, y no se le ocurre otra cosa que editar la cinta y copiar la parte del orgasmo en un bucle infinito que se enchufa directamente a las neuronas durante toda la noche. Cuando su mujer y sus colegas lo descubren a la mañana siguiente, el pobre hombre es una masa convulsa y sudorosa tirada en el sofá de su casa, aún enchufado a la corrida eterna que se proyecta en su mente. Cuando lo desenchufan a punto está de liarse a hostias y suplica que le devuelvan el aparato. Le hacen unas pruebas y, aunque físicamente está bien, de vez en cuando sigue experimentando orgasmos espontáneos en su mente. Pero no le importa. El cincuentón se siente rejuvenecido, un titán, y decide abandonar el trabajo e iniciar una nueva vida, suponemos que una vida loca y llena de sensaciones nuevas. "Soy más de lo que era", nos explica con una sonrisilla. Y es que la ciencia ficción guarra te puede alterar el cerebro por completo, convertirse en una paja infinita que eleve tu mente a cotas nunca vistas de pajerismo e iluminación vital tontuela. No lo olvidéis jamás.
Comienza el show
"Joder, joder, que mi Maruja no hace esas cosas. Qué guarrilla"
"Me hago un corta y pega de la parte buena y lo subo al emule,jijiji"
"¡Me corro!¡Me corro!¡Me corro!¡Me corro!"
"¡Me corro!¡Me corro!¡Me corro!¡Me corro!"
"Pero Manolo, ¿qué te has hecho,cochino?.A tu edad..."
"Déjame seguir, QUÉ TE HOSTIO, que tú no sabes qué POLVAZO, DIOS MÍO"
"Si es que estoy hecho un chavaaaaaaaAAAAAAAHHH..."
12 comentarios:
¿Los hombres a los 50 no valen?
al crematorio
Algunos hombres ya valemos para poca cosa mucho antes de los cincuenta. Pero ánimo. La ciencia ficción guarra nos da esperanzas.
Ayss Qué gran verdad Sr. Haciendo Amig@s.
Gran película
A mí no me hacen falta máquinas para llegar a ese estado alterado y superior de conciencia.
ramó, jugando con ese avatar acabarás perdiendo la cabeza
Te equivocas. Yo soy Robospierre. ROBOspierre. Virtualmente indestructible.
Mitad cerdi, mitad guarri, todo un calenturi
...BoBospierre.
Es que al final, con la edad y los vicios terminan tirando de pelucas, mallas ajustadas y consoladores XXL
Quite quite que con lo caras que están esas cosas, no tiene una ni para lubricante de silicona...
Qué lubricante es mejor, Paca? Usted que es experta, ilústrenos.
Depende de lo que usted quiera hacer y de como vaya a hacerlo...
Publicar un comentario