como los monos de gibraltar

martes, 15 de marzo de 2011

Mis Días y Mis Noches




El concierto de Single y Astrud fue el pistoletazo de salida de un fin de semana que ya acaba, y que he vivido intensamente, todas y cada una de sus horas, despierto y alerta, hasta ahora, que empiezo a notar sobre mi espalda el agotamiento y la dulce resaca que me trae de vuelta a la orilla de lo cotidiano. 
Wine, un amigo mío culturista que es muy fan de los dos grupos, tenía GHB, y a la mitad del concierto de Single la cosa empezó a ponerse interesante. Teresa estuvo estupenda, y Single dio un concierto enérgico, equilibrado y muy elegante, a pesar del sonido, que era pésimo, y de los fans de Astrud, que no pararon de parlotear hasta que el grupo se despidió, sin bises ni nada, por culpa de cierta prisa que había en el ambiente (al acabar Astrud había un concurso de... Misses!)
Al acabar el concierto de Single un tsunami de fans de Astrud, indies ya talluditos, con sombrerito en algunos casos y dispuestos a entregarse a la nostalgia invadieron la pista cogiendo posiciones, y yo salí a fumar, donde coincidí un rato con Karpov. Yo estaba ya muerto de risa y dispuesto a recibir a Astrud con alegría, pero lo que me encontré después no me gustó un pelo. Un concierto ceremonial, los fans entregados, con Manolo haciéndose el gracioso y más arrogante que nunca, jugando a la nostalgia, con unas canciones que parecían estar muertas, y unos músicos que parecían dinosaurios.... No sé. A pesar de mi buena disposición estuve incómodo, sin integrarme, me sentí ajeno, desubicado, tal vez dolido ante la evidente ausencia de ideas que se estaba desplegando en el escenario...
El concierto acabó, nos fuimos pitando, cenamos en un bar de la franquicoa castiza "Diamante" unas bravas, unos boquerones, un sandwich de pollo a la plancha y unos chorros de GHB. Y nos acercamos a la casa de un Dealer, que tenía mephedrona. La noche empezaba de verdad...




Habíamos pillado un par de cápsulas de mepha y fuimos a la discoteca del hotel Oscar. Ya, ya lo sé, es un lugar horrible, con una música horrible, Jesús Vazquez merodeando y todo un atajo de musculocas haciendo de las suyas. Pero Wine quería ir, había quedado con alguien, y bueno, tampoco era tan grave. Yo me dediqué a fumar en manga corta en la puerta del local con un amigo mientras bebía coca colas de los chinos. Llovía muchísimo, y no entiendo cómo no he caído enfermo. La verdad, no lo entiendo.

Wine hizo un grupito de musculocas encantadoras y nos fuimos a otra discoteca, más que nada por mi salud. Allí, y gracias a mis influencias, entramos gratis y tuvimos barra libre toda la noche. Los camareros alucinaban. Nos dedicamos a beber Red Bulls con chorros, y en un momento nos dieron las 6. Yo aproveché la confusión de la salida y me escapé un momento a mi casa para cambiarme el abrigo empapado y coger un secante de LSD que tenía por ahí. Hice grupo con mi amigo y un árabe de París apolíneo y muy simpático y nos fuimos a un after del Madrid de los Austrias. Empezaba a amanecer y ya no llovía.





El after del Madrid de los Austrias estaba muy animado. Encontré a varios amigos de diversos estamentos que hacía mucho que no veía. El LSD empezaba a hacer efecto, las paredes temblaban y la gente me hablaba de cosas que no me interesaban nada, pero mantuve la compostura, y a pesar de estar a punto no fumé y me limité a beber el Red Bull que había pedido. Mi compañero de fatigas parisino estaba un poco descontento porque había pocos maricones en el local. Él quería ligar, llevarse algo a la boca, decía, así que hicimos consejo de guerra y decidimos desaparecer. A mí me apetecía salir de allí, ver la luz de la mañana, notar el aire en la cara, fumar y escuchar el silencio del día que nace, estaba encendido, y aquel after no estaba dando de sí. Además, no me gusta encontrarme con conocidos en según qué momentos, aunque ellos no tengan culpa de nada. Regalé un tiquet de una copa que me habían invitado y los tres que llegamos salimos de allí. Nos acercamos andando hasta otro after, esta vez en Chueca, un antro oscuro y sucio, donde mis amigos se desarrollaron y encontraron su plan. Uno se fue a hacer un trío con dos cubanos de nombres imposibles y el otro se levantó al sex symbol del local. Yo me dediqué a fumar cigarrillos en un habitáculo secreto donde había dos homosexuales muy graciosos que cantaban canciones. Hacía tiempo que no me reía tanto.
Llegó la hora de cerrar, y yo ya estaba más sereno. Me apetecía una cerveza. Y me llevé a los dos amigos nuevos que hice a otro lugar, lugar donde me encontraría con la primera persona que me llamó la atención en toda la noche.




Estábamos en un bar con cortinas. Dentro estaba oscuro. Por ahí andaba Casandra, mi travesti favorita, unos cuantos rumanos, unos árabes que conozco de vista y me conocen a mí... Mi gente.
Yo estaba con los dos amigos que me había echado en el after anterior. Eran de Vallecas, los dos tenían novio desde los 20 años y estaban de picos pardos. Eran un poco pardillos, pero encantadores. Iban muy pedos y daban un poco el cante.
Salí a fumar, y había un viejo fumando fuera. Me contó que a veces fumaban dentro del bar, pero que un vecino facha de su edad que les vigilaba desde la ventana había llamado alguna vez a la policía y les había denunciado. "¿Y ahora yo qué hago?", me decía el viejo. "Le reviento la cara", decía. "Total, mientras no le mate, es sólo un juicio de faltas. Así están las cosas", decía. Volví para dentro.

Había un chico que estaba solo. Alto, bien vestido aunque de forma imperceptible, muy atractivo. Se acercó y empezó a hablar conmigo. Era artista, escultor, y estaba en medio de una crisis creativa. Yo creía que era hetero, y no me llamó demasiado la atención que se me acercara. Al fin y al cabo, si le apetecía hablar no había por ahí muchas más personas suficientemente serenas como para entablar una conversación. Charlamos animadamente sobre muchísimas cosas, conversaciones de after, un tema que manejo a la perfección. Estaban cerrando, y los árabes que me conocían nos invitaron a otro after que estaba un poco lejos, y como yo no había estado nunca decidí apuntarme. Todo lo que no conozco me interesa.
Me dispuse a despedirme de mi nuevo amigo, el chico que me había llamado la atención, y me dijo que si íbamos andando se venía conmigo. Que le apetecía pasear y seguir charlando. Que quería mi teléfono, que tenía miedo de que yo desapareciera y perderme para siempre. La cosa se ponía interesante...




Eran las once de la mañana del sábado. La ciudad había despertado del todo, y me empezaba a sentir un poco astronauta en medio de tanta normalidad.
Me extrañó un poco lo que me dijo aquel chico, mi nuevo amigo, pero no me negué a nada, cómo iba a hacerlo? El nuevo after estaba en argüelles, así que nos pusimos en marcha. Seguimos charlando animadamente, y de repente se unió a nosotros un árabe que no había entrado en el taxi de los árabes. Era muy guapo, alto, sonriente y de manos enormes. Hubo un momento, en una calle desierta, en el que mi amigo artista se paró a mear. Inmediatamente el árabe gigante aprovechó para abrazarme y morderme el cuello. El LSD volvió a brotar en mis venas en espiral, y por mi mente pasaron cien pensamientos fugaces, intentando recomponer la situación. ¿Por qué hace esto? ¿Por qué me dejo? ¿Se molestará el hetero? No podía perder el control de la situación. El escultor volvió donde nosotros, y nos interrumpió, visiblemente molesto. Y empezaron a discutir por mí. Los dos. Dos hombres discutiendo por mí. Les interrumpí y les dije ¿Puedo yo decir algo? Y los dos dijeron a la vez: NO.
Seguimos hacia el after, Nos cruzamos con una manifestación de Comisiones Obreras. Yo me hacía el loco, necesitaba tiempo. El árabe podía ser violento. Él tenía claro que yo era para él, pero a mí quien me gustaba era el otro. El que yo pensaba que era hetero, el que me llamó la atención a primera vista. 
Encontramos el after. Estaba oscuro, sin música, y plagado de gente muy extraña. Pedí otro Red Bull y me fui al baño. El árabe irrumpió en el baño y empezó a meterme mano. Quería que me fuera a su casa, en Rivas Vaciamadrid, y yo seguía sin entender nada. Le dije que me estaba mareando (mentira) y que necesitaba salir de ahí. 
Me encontré con el chico que me gustaba, que estaba a cuadros. ¿Siempre tienes tanto éxito?, me dijo. Yo le dije que me quería ir con él, que no se preocupara, pero que estábamos rodeados, y que no me gustaba nada el cariz que estaban tomando las cosas. Podía respirar el peligro. Le pedí que me acompañara a fumar a la calle.
Una vez fuera pillamos un taxi al vuelo, huyendo de allí. Mi nuevo amigo dio su dirección y puso su mano en mi rodilla. Y el LSD latía, latía como latía su mano, como latía el taxi, el asfalto y todo lo que me rodeaba.





Llegamos a su casa. Una casa de artista, pequeña, desordenada. El sol entraba por la ventana. Mi amigo puso un disco y me pidió que le hiciera un porro. Lié un porro perfecto, y estuvimos fumando y comentando la jugada. Nos habíamos salvado por los pelos. O esa era mi sensación. Me llevó a su cama, y al tumbarme noté cómo la sangre recorría todo mi cuerpo, iba, venía. 
Después del amor mi compañero cayó dormido tras pedirme que no me fuera, que me quedara con él. 
Y allí me quedé, con los ojos cerrados, mientras a través de mis párpados pasaban imágenes de gran belleza. Estaba tranquilo, muy tranquilo, en aquel lugar extraño, recibiendo el abrazo de un extraño. Pero me era imposible conciliar el sueño. Pensé en el riesgo que supone llevar desconocidos a casa. Yo podría haber arruinado la vida de aquel joven. Pero por supuesto no lo hice. Pasaron muchas horas, eran ya las 18 del sábado, y decidí marcharme. Le desperté, me despedí, le dejé unos cigarros en la mesilla de noche que luego fumaría pensando en mí y me lancé a la calle.
Me dirigí a mi casa con el piloto automático. Aún era de día. Compré un kebab y me lo subí a casa. Sano y salvo. Todo bien. Devoré el bocadillo y recibí una llamada. Unos amigos estaban de juerga en el ático de otro amigo. A 100 metros de mi casa. Me duché, me cambié y para allí que fui. Todavía no era de noche, no me iba a meter en la cama, qué tontería. Aún me quedaban cosas por vivir.




Eran las 19h del sábado. Me acerqué al ático donde estaban mis amigos con una botella de Tanqueray debajo del brazo. Me encontré con una juerga muy animada, y me sentí muy cómodo con mis amigos de siempre, sano y salvo, contando mis aventuras. Habían pillado unas pastillas que me tienen obsesionado desde hace un par de semanas. Dimos buena cuenta de ellas y la cosa se puso interesante. Estuve poniendo música y tal y por fin decidimos irnos de allí. Eran las 23 de la noche del sábado, y nos acercamos a casa de otro amigo al que llamamos y que estaba viendo la Noria, hundido en la miseria. Tomamos bebidas refrescantes, fumamos cigarrillos y charlamos animadamente. Y a eso de la 1 nos fuimos al Black and White a ver a nuestra gente. Allí, entre chaperos, travestís y estrellas del pop español nos dieron las 6 de la mañana de nuevoen un suspiro, y entre medias uno de mis amigos se llevó a su casa a un chapero que pululaba por ahí.
Cuando cerró el disco pub se piraron mis colegas, y me vi solo otra vez. Palpé mis bolsillos y localicé un billete de diez euros. Suficiente para el after. Las pastillas que había tomado seguían subiendo, y no me quería ir a casa. 
Me pedí una copa y saludé a unos conocidos que pululaban por ahí. Yo andaba muy sensible, notaba la noche que llevaba encima, y una extraña sensación de tautología empezaba a acecharme, así que decidí ir yéndome para casa. Compré desayuno en un 24 horas, eran las 8 de la mañana, y sólo quería tumbarme en mi cama, estar tranquilo y buscar el sueño como buenamente pudiera. Empecé a desayunar y recibí una llamada. Era mi amigo, el que se había llevado el chapero a casa. Estaba nervioso, estaba mal. Le había sucedido algo horrible. Así que me duché, el agua caliente parecía que estaba viva, cogí el desayuno que había comprado y fui a su casa. ¿Para qué están los amigos?




Puse un comentario a un post que había publicado 1977 en el pegamín que me pareció sencillamente genial y me planté en casa de mi amigo con mi desayuno de princesa. Lo encontré absolutamente perdido, desnortado, no recordaba nada y le habían desvalijado la casa. Inmediatamente hice una llamada y pillé un buen gramo de cocaína y compré una botella de Chivas. Aquello precisaba una buena terapia. Llegamos a la conclusión de que el chapero con el que se fue (al que recuerdo perfectamente. Recuerdo su cara y recuerdo su nombre, su sonrisa, sus antebrazos) le había administrado la famosa burundanga, un rohipnol, por ejemplo, y había aprovechado para robarle todo lo que pudo, televisión de plasma de 14 pulgadas incluídas. Nos reímos mucho visualizándolo con la tele debajo del brazo y el rulo de 50€ que le había robado por la calle. Desayunamos, nos emborrachamos y recordamos viejos tiempos. Nos dimos cuenta de que ya éramos mayores, de que nos arriesgamos demasiado, y que a pesar de todo seguíamos riéndonos de todo.
Volvió a hacerse de noche, y me acordé de una merluza que tenía en casa, esperándome. Nos despedimos y llegué a casa a las 20 horas del domingo. Preparé la merluza con unas patatas jardinera y me puse a cenar mientras respondía al FS. Mi cuerpo empezó a vencerme, y ya sólo quería dormir, dormir mucho, tal vez morir, bueno, morir no, pero algo parecido a la muerte, la horizontalidad, la tranquilidad eterna.
Y así, poco a poco, se fue apagando el fin de semana. Un buen fin de semana, creo. Uno de tantos.






38 comentarios:

Juan Pedro Ayllón dijo...

Bien traido M.A. Hoy necesitaba un walkabout fresquito para quitarme la ponzoña que me han dejado un par de soplapollas.

Anónimo dijo...

pegamín tendencias, lo más de lo más

Impar dijo...

Cuánto tiempo libre, no?

Roñas Fashion dijo...

Agnes, que se te ha olvidado contar lo de las ladillas, en el pegamín anécdotas con ladillas siempre son celebradas con risas y alborozo.

priest dijo...

Mi fin de semana:

Cena en casa de un amigo -> Cerveza en un bar de rock-metal -> Cervezas en un hausprojekt (más o menos una casa okupa / autogestionada) con una de mis compañeras de piso -> 40 minutos de bici de vuelta a casa -> dormir --> cocinar -> nada -> cocinar con la compañera de piso antes mencionada -> dormir --> limpiar -> cocinar -> vuelta por un parque con mi compañero de Tandem alemán-español -> cocinar -> dormir

Pero vamos, que casi igual de intenso.

priest dijo...

Ah, no, perdón, que también vi la peli "Gegen die wand".

El añoso gordito expendedor dijo...

Mis Días, Mis Noches y Mis Comebolsas.

Juan Pedro Ayllón dijo...

Tantas actividades con tu compañera de piso y no te la follaste como dios manda?

priest dijo...

No se qué coño pasa, que todo el mundo me dice lo mismo, que a ver si follo con ella.
Pues no, tenemos una estupenda relación de amistad y en eso se va a quedar.

Lo que no sé, es qué hacer hoy. He quedado con una ucraniana del curso de alemán y creo que quiere tema pero a mi no me termina de atraer, aunque me río una barbaridad con ella y eso me hace dudar. Eso, y el piercing de la lengua :/

¿Qué opina el Consejo Pegamin?

paca dijo...

Me ha gustado mucho, el relato y la selección musical.

Qué básico ha sonado eso Sr. Némesis...

Su "nada" es como una nota blanca en el esquema de su exposición Sr. Priest.

MiguelAgnes dijo...

Priest, si quiere tema no hay más remedio que estar a la altura. Ukrania es un país admirable, y la risa y los piercing se me antojan absolutamente compatibles con el sexo. Sinérgicos, si me apuras.

Anónimo dijo...

A mí me ha parecido Queer as folk en versión serie B y con Alvin y las ardillas de protagonistas.

priest dijo...

Vamos a ver cómo se desarrolla la cosa. Pasarlo, sé que me lo voy a pasar bien.

Anónimo dijo...

Disfrútalo

Macarrismo dijo...

Clementina lo deja bien claro en la tele: folla priest.

Haciendo Amig@s dijo...

Está claro que el pegamín por fin ha encontrado su estilo definitivo, el que llevaba buscando desde que empezó. Reconozco que yo no encajaba. Os felicito.

Anónimo dijo...

No digas tonterías y vuelve

Tereso dijo...

Me gustó la selección muchísimo menos la primera, pero comprendo que era testimonial y absolutamente necesaria. Eres como salido de Trainspotting macho, pero vaya, a mi me quedo el misterio del taxi, quizás lo has hecho con afán de elipsis pero lo qué pasó allí es de interés. Qué dijo el pesetas al ver a dos gays todo drogados y quién sabe, quizás metiéndose ya mano. ¿Miraba por el retrovisor refunfuñando? Le dio más volumen a la COPE? ¿qué pasó en el taxi?

Mi fin de semana fueron alcohol, sexo (+ alcohol) con una desconocida seis años mayor que yo, una hamburguesa de un cuarto de kilo, horizontalidad, fútbol en la TV, otro concierto, y sexo gratificante hace un rato con la ahora no desconocida. Lo considero fin de semana porque no he dado palo al agua desde el jueves.

MiguelAgnes dijo...

La selección está hecha cuidadosamente y siempre atendiendo a lo que ocurre en cada capítulo...
Me hace gracia lo del taxi, porque en realidad hubo dos taxis, uno al ir al after de los moros y otro al escapar de él. Me ahorré el primero para no detener demasiado el relato.
El que no he contado lo cogimos justo después de cruzarnos con las bases de CCOO. El moro y el escultor ya se habían peleado por mí delante de mis narices, y al entrar al taxi el escultor quería ir detrás conmigo y el árabe no le dejó. "Tú vas delante", le dijo. Y así hizo. Como para decirle que no...
Una vez detrás el moro empezó a meterme mano, mientras nos observaban mi otro pretendiente y el taxista por el retrovisor.
Cuando pasan estas cosas en los taxis los taxistas no dicen ni mu. Como mucho se tocan el paquete. Que siempre están dispuestos. Los taxistas.

Anónimo dijo...

pues llo este fin de de semana e estao a dos belas
no me se harreglo

Sor Citroen dijo...

En el pegamín todos follan, menos D. Julito que es un santo

Botijo Psiquico dijo...

A ver si me he coscado de lo de Haciendo Amigos: está peleado con el Benputa por algunos comentarios soeces sobre Sabino Arana o sobre su santa madre. Benput, resentido como él solo, dice que ya no está agustito en el pegamín, que determinada gente y él son incompatibles. Y entonces, un lameculillos con un palillo en los dientes aparece para hacerle el trabajo sucio a D. Vito Corleone, en este caso Fredo Ender, de lo cual yo me alegro porque aunque me molaba Haciendo desde luego no es comparable a la magia del vasco cascarrabias, que junto al cartagenas de D. Julito son el alma eterna e imperecedera de pegamín. He dicho.

MiguelAgnes dijo...

Y yo qué?

Haciendo Ombligos dijo...

Ender, tú también, hijo mio...

Botijo Psiquico dijo...

Miguelito, si te pones un par de plátanos y un kiwi en el tupé puedes ser la Carmen Miranda de Pegamín

Poder Friki dijo...

QUE VUELVA HACIENDO PAJAS

Don Julito dijo...

Sí, y felaciones

Anónimo dijo...

Culito, cállate y ponte a pegar sellos, puto funcionario!!

julito k dijo...

vale, isi raider

Don Julito dijo...

Pegar sellos? pero a tí quién te ha contado cómo es la administración? Charles Dickens?

oliver twist and shout dijo...

me meo

Tereso dijo...

jajajajaja... pero qué hijos de la gran puta que son.

Don Julito dijo...

Eh? Quiénes?

Siempre tuyo dijo...

Mike, si pones la blanca y me entras a un par de garitos, prometo reírte las gracias y no dejarte en evidencia delante de la troupe cuando hagas estultos comentarios sobre temas de derribo y música from the masses. Soy versátil, 1,78, 75k, fibrado gym, 22cm, culito tragón, garganta profunda y ducha romana si te pone. Agradecería que me invitases a tabaco que estoy a dos velas. Camel light.

Trae Cialis que ya me han hablado de ti.

Mar dijo...

GÑ!!!

Tereso dijo...

el loco de los sellos y tú con tu respuesta y el otro que se hace llamar twist and shout. soy de humor fácil julio, nada personal.

Elviro Lindo dijo...

nada personal

Don Julito dijo...

como para no ser alegre y de buen humor, hioputarl...si te estás follando medio madrid