jueves, 14 de abril de 2011
El miedo escénico es lo que tiene. Que lo puede volcar uno hacía dentro o verterlo hacia el público. Y qué mejor forma que lanzando una cabeza de cerdo ensangrentada a la panda de frikis que hay ahí abajo jaleando mi muerte. Y si de paso dejo en estado de coma del cebolletazo que le doy en la testa a uno de ellos, mejor, qué más escándalo armo, y más réditos me da para costear mi alcoholismo. Pero bueno, qué es la música sin un mucho de malditismo.
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5 comentarios:
El cantente de un grupo de grind que vi una vez le pegaba mordiscos a un corazón de vaca crudo en directo y se los escupia al publico.
Elvis se zampó un recién nacido entre dos bollos de hamburguesa después de un show en Las Vegas y la cosa ni siquiera fue noticia. J. Edgar Hoover silenció el posible escándalo a cambio de hozar con el rey del rock.
Yo una vez, en un bar de carretera, bajando a Cádiz, me comí un pincho de tortilla
A mi me preguntaron si yo era como uno de esos clásicos músicos de toda la vida y como soy muy ducho en tema de entrevistas y preguntas retóricas y gilipollas le dije que eramos lo mesmo, y me saque una chuleta de cerdo del bolsillo y me la comí. Pura performance, eh?
Yo me comí un cerdo chuleta enterico que me saqué de entre el cerumen de la oreja y el cerumen horneau le daba una cosa como segoviana. Rica, rica.
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