Vuelves del curro. Tienes ganas de relajarte: te lo has ganado, después de ver a esos señores y señoras medio lobotomizados durante 8 horas (y qué coño, tu cerebro empieza a desgastarse también con eso de levantarse a las 8 y tanto facebook), necesitas tú también una lobotomía transitoria, o que tus sesos pasen a otro estado de la materia distinto del sólido durante un rato. Pero en casa no tienes nada, y hay que buscar un trapi.
Y aquí viene lo jodido del tema, porque no es como ir al LIDL yo no puedo estar sin él. La gente que se dedica a la venta de drogas al detall no suele distinguirse por su estilo de vida rutinario y disciplinado, y un día están vendiendo en un after de la Latina, otro día en la puta calle, al otro pasando una semana loca en Benidorm, y al otro con la cabeza abierta en medio de la M30 por no ser del todo puntual en el pago al mayorista.
Así que te planteas ir a las chabolas, donde siempre hay de todo y bueno. Pero la seguridad y la de tu medio de transporte es un problema que te preocupa. Y te empiezas a poner nervioso. Pero en Pegamín tenemos la solución: la unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
El club del gourmet de la Cañada Real Galiana
Todo empezó con una indisposición de mi mujer. En el hospital le dijeron que podía ser algo raro y contagioso, así que a planta, Unidad de Infecciosas. Donde todas las habitaciones tienen un cartel de "En cuarentena", que no me digas que no es una cosa que acojona. ¿Y a qué planta llevan a los yonkis, con su SIDAS, neumonías, hepatitis...? Pues eso. Pero que estés en el hospital no significa que no tengas mono. Y aún menos, que no te puedas drogar.
A mi mujer le pusieron de compañera a Penélope. Yo ya la había visto en el metro pidiendo. En el hospital supuse que este ingreso sería el último o casi, estaba muy chunga. Afortunadamente, no fue así, años después la vi tirada en el el metro, vaciando la bolsita de las monedas en el suelo para contarlas, a su ritmo. Su look era el correspondiente a alguien que hubiera chupado mucha Ibiza y mucho Lavapies, eso sí, habiendo transitado la ropa en algún momento por las dependencias de Cáritas Española. Complexion fisica de altiplano, la piel de una señora de 70 años de las Hurdes, y un buen par de dientes para abrir cervezas. Teóricamente, Pe tenía que estar enchufada a la botella de oxígeno todo el rato. En la práctica, cada hora más o menos hacía una escapadita al baño para fumarse un chino. Ahí en la ducha, lavaba sus bragas y las dejaba colgadas. ¡Viva!
"¿Y de dónde sacaba la burra?", os preguntaréis. Pues de su novio, que era el que partía la pana en la planta, el que le vendía a toda la banda. Tenía una pinta infinitamente más sana y limpia que ella. Él era payo pero tenía un look agitanado, hubiera hecho un buen papel en un concurso de imitadores de Camarón. Tiene su punto de ternura que ellos sigan juntos, el yonki que corta el bacalao y medianamente sano, con la yonki hecha polvo. ¿Qué tipo de raro cariño los mantiene juntos todavía? Porque no olvidemos que un yonki evalúa a a la gente según su utilidad a la hora de pillar (lo cual, dicho sea de paso, no es peor que la forma en que te evalúa tu jefe) Y a estos probablemente el sexo se la suda desde hace siglos. Pero su amor era infinito: "Vengo de casa y estaban todos (imaginemos a "todos") allí, y querían que les invitase. Pero nada de eso cari, me lo he traído todo, pa tí y pa mí, cari, todo pa tí y pa mí".
La pareja practicaba la sana virtud del ahorro, y se traía la tele de casa para no gastar monedas en la del hospital. Tele rodeada por una cinta, "Precinto policial", rezaba. Por cierto, que ver la tele con yonkis mola bastante, aunque lo que pongan sea una mierda, sus comentarios son descacharrantes, es como verlo en una guardería pero sin que te pregunten por qué es azul el cielo ("porque de ese color tiene el culo Dios, hijo") En la sala de espera también había tele, y era la única del hospital donde se podía fumar (con la ley antitabaco ya vigente, además) A mí me venía bien, que en aquella época fumaba, pero no me pude resistir a preguntarle a la enfermera por qué, habiendo terrazas en el hospital: "Y menos mal que sólo fuman tabaco. ¿Terrazas? Sí hombre, para que se nos tiren, pues no veas tú el papeleo luego". Ahí estuve medio viendo Gladiator con un tipo muy parecido a Mané (el de VIP Noche), muy pasado, que como todos los de la planta le pillaba al novio de Pe. Manejaba el chirimbolo donde va colgado el gotero con un salero que había que verlo, parecía que en cualquier momento iba a darle vueltas como una majorette, se ve que había andado muchos kilómeros con el gotero a cuestas. Era muy risueño y afable, tenía la sonrisa de alguien totalmente a salvo ya de las preocupaciones mundanas. La sonrisa de alguien que suele decir "chachi que sí".
Pero no todo era de color de rosa: de vez en cuando (como mínimo, una vez al día) a uno le daba la paranoia y se volvía violento y le daba por gritar que se quería pirar de allí (se ve que el novio de Pe no fiaba). Entonces tenía que venir alguien de seguridad y le daba a elegir entre baja voluntaria y a la calle, o calladito y a tu habitación. Lo que es a mí, me da mucha confianza pillar en un sitio con seguridad privada.
Bueno, pues eso, cuando te veas en un aprieto, ahí lo llevas: lo sabía el Chapis, lo sabía Poli Díaz, y ahora también lo sabes tú.
3 comentarios:
Jamás entenderé el cuelgue de la banda con lo de la burra. Yo, cuando me la meto, no paso de experimentar una ligera zozobra, un sabor acre y un poco de tontuna. Vale que un buen colocón de burra es más barato que una copa en un garito PW, pero sigo sin verle el chiste.
por muy barato que sea...
...sí, se ve que el post lo escribió muy puesto de burra; por lo de la tontuna.
Me está empezando a dar cosita anomizaros. Como está el patio.
Pues feliz año y eso.
Publicar un comentario