El otro día, en Donosti, estuve tomando unas copas en un bar mítico, un bar en el que en mi juventud follé, fumé, bebí, inhalé, aspiré y me enamoré, y bueno, era la noche del 25, había cuatro parroquianos, y entre ellos un conocido que hacía siglos que no veía. Me invitó a fumar unos cigarrillos, un pellizco de M, una marra de farla y un güisqui con hielo y acabé en su casa, a pocos metros de allí.
Yo estaba divertido y expectante, la noche de Navidad de pronto se iluminaba con la promesa de algo, difuso, sí, pero algo al fin y al cabo.
Llegamos al piso de soltero de mi antiguo amigo, desordenado con gusto, y con la nevera llena de alcohol, y me propuso ver un documental que se había descargado unos días antes. El documental no era otro que el de Lemmy, un repaso a la figura icónica del líder de Mötorhead, su obra y milagros, sus outfits, sus amigotes, su hijo, sus drogas, sus influencias musicales, sus batallitas sobre cómo le echaron hace cuarenta años de su antiguo grupo, su gusto por la estética nazi sin ser él nada de eso...
Y claro, no me pude callar. Y le dije a mi antiguo amigo que ese menda es un pringao, que su look y el de todos sus amigotes de Los Ángeles es patético y ridículo, que sus "ensayos" en la casa del batería de Nirvana apestan, que sus referentes musicales son todos AOR y completamente mainstream, que se supone que es, (según el documental) una especie de icono del Rock duro, y de lo que mola la vida en libertad y rockanrolera, y en realidad no es más que un cantamañanas incapaz de decir nada interesante, de provocar una sola imagen volteadora, y que era patético ver cómo todos esos musicuchos de Los Ángeles le chupaban el culo cuando en realidad no hacían más que reírse de él.
Dicho lo cual, vi transparente que era hora de coger mi chambergo y marcharme por donde había venido, con mi verdad por delante y Lemmy por detrás.
Ese Lemmy, todo un figura.
Un máquina.
17 comentarios:
Esto en Pegamín es una provocación y va a dar que hablar. Bien.
A ver si viene Priest de su retiro.
Pues nada, a casita de los papis y truchón.
+1, Miguel. Eso le conté a DonJulito hace ya tiempo, a cuento precisamente de ese documental.
Pero ojo, a mí Lemmy sí que me da un poco de penica, porque en el fondo seguro que se sabe un perdedor.
Con más de 65 tacos, con melenas y rockanroleando Lemmy asegura haberse follado a más de mil jacas. ¡Joder qué envidia! la que debe tener miguelixto.
Jajaja, la primera intervención me ha robado el comentario.
Qué entrada tan Ctónica se ha marcado!
La soga en casa del ahorcado.
Cuando lo sacan jugando solito a la tragaperras da mucha cosa de verlo, ahí, con el cubata y el cigar, engorilao, tras, tras, tras. En lo más hondo de cada bar de España tenemos un señor mayor así. Al menos los de aquí no llevan esas botas de mamarracha.
¿LLevaba los vaqueros por dentro de las botas? Eso explicaría el mal rato de Miguel.
Joder, que hachazo a Lemmy. Sí que es cierto que los nuevos rockeros le respetan, pero bueno, visto desde este nuevo prisma, puede tener su parte de razón. Y... ahora que lo pienso, no recuerdo otra canción de Mötorhead que no sea "Ace of Spades"
Sin haber visto el doc creo que el personaje tiene más aspectos que la de icono dad-rock en la que ha quedado, cosas sobre su ambigüedad sexual o la etapa en Hawkwind.
Hawkwind es otra referencia recurrente en el universo pegamín:
http://pegamin2000.blogspot.com/2010/10/minutos-musicales_16.html
http://esnifandopegamin.blogspot.com/2006/05/discoteca-bsica-pegamn-05-hawkwind.html
A ver amigos pegamines, lo de Lemmy es solo una provocación, un subterfugio para llamar nuestra atención sobre lo que verdaderamente preocupa a miguel.
Yo leo esta entrada y lo que veo es a un miguel decepcionado y un espiritu dolido.
Para una vez que se nos muestra vulnerable y os poneis a hablar de tragaperras. :/
Un abrazo.
Agnes se encuentra con un amigo juvenil hetero que le ponía y no le hacía ni caso, lo ve tan cordial que la fantasía de que su amigo se haya transformado en un moderno sin prejuicios sexuales le pone to duro el garibolo y una abundante salivación que, sin darse cuenta, se acumula en forma de telillo blanco en los pliegues de su boca. A todo esto el amigo parece extrañamente frío frente a las poses sugerentes y las miradas acero azul de nuestro antiheroe, y el muy cabrón le coloca un documental sobre un viejo con sombrero y una verruga enorme que le recuerda cierta desagradable experiencia sexual de la infancia. Sale huyendo de allí y tras unos cuantos días de zozobra mental, recordándose que él es el arbitro de la elegancia, el puto Mejuto González de lo que mola, le saca la tarjeta roja al señor de la verruga con forma de pene de cura.
jajajajaja
"el puto Mejuto González de lo que mola"
Que frase más bonita y transversal.
A la saca, y, por supuesto, no acreditaré.
Gracias Pegamin, mi mongolismo no sería el mismo sin estos aportes.
Pobre Lemmy. No como ese pedazo de winner que es Miguelito.
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