El alcalde y el secretario del ayuntamiento de un pequeño pueblo, va a la ciudad para cambiar el viejo autocar por uno nuevo y de paso pasar unos días de diversión y mujeres. Pero la realidad es otra menos agradable y no es tan fácil tanta francachela como se prometían.
Ni por la naturaleza del suelo que habitamos, ni por la raza, ni por el carácter, parecíamos destinados a formar una gran nación. Sin unidad de clima y producciones, sin unidad de costumbres, sin unidad de culto, sin unidad de ritos, sin unidad de familia, sin conciencia de nuestra hermandad, ni sentimiento de nación, sucumbimos ante Roma, tribu a tribu, ciudad a ciudad, hombre a hombre, lidiando cada cual heroicamente por su cuenta, pero mostrándose impasible ante la ruina de la ciudad limítrofe, o más bien regocijándose de ella.
Mas no sigamos en estas amargas reflexiones. Contribuir a desalentar a su madre, es ciertamente obra impía, en que yo no pondré las manos. ¿Será cierto, como algunos benévolamente afirman, que la masa de nuestro pueblo está sana, y que sólo la hez es la que sale a la superficie? ¡Ojalá sea verdad! Por mi parte, prefiero creerlo, sin escudriñarlo mucho. Los esfuerzos de nuestras guerras civiles no prueban, ciertamente, falta de virilidad en la raza; lo futuro, ¿quién lo sabe? No suelen venir dos siglos de oro sobre una misma nación; pero mientras sus elementos esenciales permanezcan los mismos, por lo menos en las últimas esferas sociales; mientras sea capaz de creer, amar y esperar; mientras su espíritu no se aridezca de tal modo que rechace el rocío de los cielos; mientras guarde alguna memoria de lo antiguo, y se contemple solidaria con las generaciones que la precedieron, aún puede esperarse su regeneración; aún puede esperarse que, juntas las almas por la caridad, torne a brillar para España la gloria del Señor, y acudan las gentes a su lumbre y los pueblos al resplandor de su Oriente.
Gonzalo es un hombre joven, moderno y mujeriego, es director de relaciones públicas de una gran empresa de cibernética. Tiene una fe ciega en la electrónica y se vale de cosme, un experto en ordenadores, para programar su vida amorosa, Así tiene al retortero a un manojo de jóvenes y bonitas muchachas cuyo historial y comportamiento lo procesa por medio de sus computadores ...
Un trabajador de la fábrica y el sindicato de Enicem,Mambelli es el portavoz de sus amigos, de la que es especialmente valorado. Un día salvó de una paliza a Claudio de los neofascista y lo lleva a su casa. Claudio, sin embargo, es un homosexual y esto trae el caos en la vida de Bernard.
Era un inocentón lugareño de un pueblecito de Cáceres, que cuidaba ganado y faenaba en el campo. Pero ahora José Fernández Arriba, más conocido como Pepito Piscina, tras despabilarse durante el servicio militar en Melilla, donde empezó a desarrollar sus extraordinarias habilidades mercantiles, ha llegado a ser en Madrid un hombre popular que dedica principalmente su tiempo a dos honestas actividades: vender coches de lujo y ligar con la primera mujer que se le viene a las manos. El mote de Pepito se debe a que su campo principal de operaciones son las piscinas, en las que puede observar a placer la anatomía de las bañistas que las frecuentan para elegir la mejor, y colocar sus coches, en combinación con los empleados y camareros a los que premia con generosas comisiones.
23 comentarios:
Un chiste?
El alcalde y el secretario del ayuntamiento de un pequeño pueblo, va a la ciudad para cambiar el viejo autocar por uno nuevo y de paso pasar unos días de diversión y mujeres. Pero la realidad es otra menos agradable y no es tan fácil tanta francachela como se prometían.
Ni por la naturaleza del suelo que habitamos, ni por la raza, ni por el carácter, parecíamos destinados a formar una gran nación. Sin unidad de clima y producciones, sin unidad de costumbres, sin unidad de culto, sin unidad de ritos, sin unidad de familia, sin conciencia de nuestra hermandad, ni sentimiento de nación, sucumbimos ante Roma, tribu a tribu, ciudad a ciudad, hombre a hombre, lidiando cada cual heroicamente por su cuenta, pero mostrándose impasible ante la ruina de la ciudad limítrofe, o más bien regocijándose de ella.
Mas no sigamos en estas amargas reflexiones. Contribuir a desalentar a su madre, es ciertamente obra impía, en que yo no pondré las manos. ¿Será cierto, como algunos benévolamente afirman, que la masa de nuestro pueblo está sana, y que sólo la hez es la que sale a la superficie? ¡Ojalá sea verdad! Por mi parte, prefiero creerlo, sin escudriñarlo mucho. Los esfuerzos de nuestras guerras civiles no prueban, ciertamente, falta de virilidad en la raza; lo futuro, ¿quién lo sabe? No suelen venir dos siglos de oro sobre una misma nación; pero mientras sus elementos esenciales permanezcan los mismos, por lo menos en las últimas esferas sociales; mientras sea capaz de creer, amar y esperar; mientras su espíritu no se aridezca de tal modo que rechace el rocío de los cielos; mientras guarde alguna memoria de lo antiguo, y se contemple solidaria con las generaciones que la precedieron, aún puede esperarse su regeneración; aún puede esperarse que, juntas las almas por la caridad, torne a brillar para España la gloria del Señor, y acudan las gentes a su lumbre y los pueblos al resplandor de su Oriente.
Gonzalo es un hombre joven, moderno y mujeriego, es director de relaciones públicas de una gran empresa de cibernética. Tiene una fe ciega en la electrónica y se vale de cosme, un experto en ordenadores, para programar su vida amorosa, Así tiene al retortero a un manojo de jóvenes y bonitas muchachas cuyo historial y comportamiento lo procesa por medio de sus computadores ...
Un trabajador de la fábrica y el sindicato de Enicem,Mambelli es el portavoz de sus amigos, de la que es especialmente valorado. Un día salvó de una paliza a Claudio de los neofascista y lo lleva a su casa. Claudio, sin embargo, es un homosexual y esto trae el caos en la vida de Bernard.
alguien debe de estar contando sus memórias
Era un inocentón lugareño de un pueblecito de Cáceres, que cuidaba ganado y faenaba en el campo. Pero ahora José Fernández Arriba, más conocido como Pepito Piscina, tras despabilarse durante el servicio militar en Melilla, donde empezó a desarrollar sus extraordinarias habilidades mercantiles, ha llegado a ser en Madrid un hombre popular que dedica principalmente su tiempo a dos honestas actividades: vender coches de lujo y ligar con la primera mujer que se le viene a las manos. El mote de Pepito se debe a que su campo principal de operaciones son las piscinas, en las que puede observar a placer la anatomía de las bañistas que las frecuentan para elegir la mejor, y colocar sus coches, en combinación con los empleados y camareros a los que premia con generosas comisiones.
viva la pepa
y tu puta madre
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Fin
los anónimos cada vez más minimalistas, hay que ver.
;)
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