como los monos de gibraltar

jueves, 19 de abril de 2012

Pateando la calle: Antonio "El Moto"

"El Buda, la Cabeza Divina, reside en los circuitos de un ordenador digital o en los cambios de la transmisión de una moto con igual comodidad que lo hace viviendo en la cima de una montaña o en los pétalos de una flor. Pensar de otra manera es menospreciar al Buda, lo que equivale a menospreciarnos a nosotros mismos"
Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta. Una indagación sobre los valores (Robert M. Pirsig)



Para ser piloto de motocicleta profesional es conveniente, al igual que para jockey, ser enjuto, pequeño y fibroso. Un silbidito. Antonio -o Antoñito- (nótese que en mi barrio éramos muy cariñosos con los discapacitados y (casi) todos, incluso los que llevaban décadas cabalgando el hándicap y el transtorno mental severo, eran rebautizados con el diminutivo, salvo aquellos cuyo laberinto vital les empujaba a rozar la violencia extrema, la ilegalidad o el estupro) tenía él físico adecuado para ser favorito en el Gran Premio Mundial que se disputaba en su cabeza. No era bajito, desde luego, pero sí parecía un magrebí de esos que se levantan todos los inviernos la San Silvestre. También, como buen deportista de élite, era reconcentrado, meditativo y fijaba su mirada en el infinito, como Marisol cuando cantaba. Lo malo es que Antonio siempre estaba compitiendo con lo que se pasaba media vida en el circuíto y media vida concentrado en el hotel mental con su jefe de equipo y los mecánicos imaginarios.
Daba gloria verle llegar en su motocicleta virtual, ansioso, dándole unos acelerones que dejaban un eco interdimensional y unas marcas de rodadura que, casi, podíamos ver los incrédulos. Y no dejaba nada al azar en la performance: embragaba, cambiaba de marcha, desembragaba, aceleraba de forma paulatina y acababa abriendo gas a tope dándose unos tutes de correr que una cosa es decirlo y otra es verlo. Entretanto, empujaba levemente con la cadera para girar, movía el cuello en los baches, e, incluso, me atrevería a decir, pasaba frío imaginario y llevaría el pecho y los muslos fresquitos al subir a casa.
No sé qué dolencia del alma tenía Antoñito. Creo que no era una esquizofrenia tipo sino algo más relacionado con un retardo de nacimiento que todos achacábamos a que, las escasas veces que aparcaba la burra y le ponía la pitón, a veces se le veía acompañado de su padre, un señor mayorcísimo, que nos daba una posible pista de si la cigüeña trajo a Antonio fuera de plazo. Aunque tal vez, el hecho de criar a un piloto a tiempo completo, era motivo suficiente para marchitar a unos padres.
Aún si le pillabas antes de un Gran Premio, Antonio no interactuaba mucho con el resto del mundo. Pienso que para él solo éramos sombras en la caverna, manchas de aceite, baches y el rugir del público en la grada. Claro que, cuando algún listo le malmetía o algún desinformado le perturbaba, Antoñito, sin abandonar su rollo biker, mutaba de Valentino Rossi a Johnny Blaze y, aunque el cráneo no le ardía, daba unas hostias con la mano abierta  tó satánicas. En ese momento pasaba a ser un Pagano o un Angel del Infierno con pinta de nerd, un outlaw con el código del 1% tatuado en el bulbo raquídeo, y daba igual que pudieras esconderte porque nunca podrías correr más que su burra. Yo nunca huí de los grises pero sí he corrido por mi vida delante del  7º de Caballería Motorizado que, con gafas de pasta y zapatos de rejilla, te pisaba los talones para masacrarte con una cadena imaginaria que dolía tanto como una real.


Saxon - Motorcycle Man

martes, 10 de abril de 2012

Pegamin te escucha (VIII)

Cuándo: está pasando
Dónde: infierno periurbano digno del peor Ballard
Coordenadas exactas: en el piso de arriba o el de al lado
Quién: Un hombre joven con marcado acento coruño a una mujer, presumiblemente su novia o concubina.
Qué: Tras repetidos ruidos de impacto, cristal roto, varios gritos y un par de carreras.
"Pero mecagoendiós chorba no ves la que armaste!!" ininteligible "morto claro que está joder! pero mira que ñapa!!" barullo, carreras "está la sala toda prea" murmullos "está ¿desbirriao? por toda la cocina" voz femenina "xa o sei pero e agora que facemos, volta a limpiar cajonacona"
...
silencio largo
...

Grito del hombre "¡¡cagonocristo que non está morto!!"

Carreras apresuradas, golpes secos, fin.

martes, 3 de abril de 2012