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como le gusta hablar a ella) de la Sexta. Noticias un tanto manipuladas, al estilo de hoy en día (esto, los poderes fácticos, lo han hecho de toda la vida pero ahora se hace a bocajarro.Pero no se preocupen por estos intentos torpes de las cadenas alineadas en una u otra tendencia, la criba y reinterpretación ya la hacen los grandes grupos, los que les venden la realidad que les da la gana a estos), sí, pero desgranadas por una de las periodistas más cañones del panorama español actual. La Mendizábal tiene una de las bocas más apetecibles de los telediarios (e, incluso, del espectro televisivo, si me permiten), y un mohín chulesco y perdonavidas que, lo que es a mí, me pone muy candongo. Pacientemente espero cada tarde a que me transmita, con ese atisbo de socarrona sonrisa de medio lao lo tonto que es Mariano, lo chunga que es Esperanza o lo artero que es Alberto, a la vez que con una notita de triunfalismo en su tono seductor (tiene una voz ligeramente grave lo que también suma puntos en mi Cachondómetro) me explica las tribulaciones de José Luís, las tonteridas de Bibiana o las maquinaciones de ese perro viejo que es Alfredo. Mamen, mi
Mamen, me tiene ganado. Si mañana hubiera elecciones, diga lo que diga Sofres, yo votaría a quién ella me recomendara: al PSOE, a los Panteras Negras o a la Internacional Situacionista. Como un Gólem. Todo Polla. Y con las anteojeras puestas, como la jaca de un picaor. En mi lomo, subido, con un smokin y una Chuck Taylor blancas, Emilio Aragón. De su brazo extendido un palo del que cuelga una foto de Mamen, mi Mamen, la zanahoria que me lleva, todas las tardes, a tragarme la realidad que ellos me ofrecen. Mientras tanto, yo marco la casilla de los fines sociales mientras espero que el estilista de la Sexta sea despedido y entre alguien que potencie a la leona de las tardes (y de paso que también peguen un tiro a la peluquera, que debió, en tiempos, encargarse de Julia Otero -otro mito- y de la desagradable Isabel Gemio -mejor nos hubiera ido a todos si se hubiera quedado en la estepa extremeña, al calor del brasero-. Mamen, muy madrileña, con pinta de ser más de barrio que los discopafs y tener un culo grande, sostenido por unas caderas anchas, de Venus de Willendorf, de esos culos vilipendiados por los modernos, los gilipollas y los mariquitas (que no maricones). Mamen, a la que a veces visten de joven carroza de los primeros ochenta, que parece que sale del bingo con dirección a una sala de fiestas, donde pedirá un cubalibre y bailará algo de Italo Disco. Mamen, que tiene pinta de ser mimosa y sota a partes iguales. Mamen, poco fotogénica, tensa ante la máquina de afotos y extrañamente relajada en lo suyo, sin embargo.
Cualquier día suelta un "que te pires" en antena. Al tiempo.