En los extras del DVD encontrarán los resúmenes de las anteriores sagas: la 1 y la 2.
No nos dimos cuenta de las tinieblas que había en el infecto cuchitril hasta que salimos a la calle y nos quedamos privados unos segundos con la mierda de iluminación que había en la calle. Como linces ibéricos sorprendidos en la Carretera de los Pantanos. Habíamos estado en privación sensorial como presos de Guantánamo. No era de extrañar que el pobre Toñín, desorientado, como un gato en un saco, tirara al suelo lo que pillara. Llegó un momento en que tuvimos que darle su botellín a la manera de los pájaros con sus crías: regurgitando en su boca los buchitos de alimenticia Mahou.
Ya recuperada la vista, el oído y parte del tacto (el gusto y el olfato se quedaron allí, abandonados a su suerte, renunciando a arrastrarnos a todos cuando se vieron perdidos: "huíd vosotros. Nosotros estamos perdidos", nos dijeron) nos disponíamos, como les dije, a hacerle la 13/14 a Angel pero, rápidamente, y haciendo presa en nuestros codos con unos dedacos como la polla de Nacho Vidal nos dijo, con gesto amenazante y masticando las palabras como si éstas fueran de goma: "Nos vamos a pegar una farra de campeonato. Esta noche nadie duerme. Vamos a quemar el barrio". Toñín se puso pálido, yo empezé a sollozar histéricamente y el tercero en discordia, el joven F. C., puso la boca en forma de o minúscula.
Bar */º%$* - El bar fluorescente. Pues sí. Parafraseando a Ángel "un sitio guapo de veras". Un bareto sito en la mismísima plaza, todo acristalado y encaramado en lo alto de unos escalones, como una plataforma. Arriba uno se siente como si estuviera en el Lollapalooza del Subdesarrollo. Oteando por su cristalera se ve pasar a la muchachada del barrio: morenos y misteriosos magrebíes, de movimientos rápidos y ágiles dedos que te sirlarán la cartera en un decir Alá; meditabundos y reconcentrados sudamericanos, lacónicos y nostálgicos, algunos, del Altiplano con sus rumiantes alpacas, sus coloridas jarapas, las señoras con bombín que parecen pequeños y obesos lores ingleses y la energizante hoja de coca; andarines chinos, trabajadores y esforzados, de mirada esquinada y espesa higiene que lo mismo te venden el último de Chenoa que una rosa pa tu piba que te desbordan el olfato con su misteriosa frangancia. Y, por encima de todos estas nuevas especies, el rey de la selva, el león de Centro, la especia autóctona: el agüelo parguela, de rigurosa, y muy española, franela. Un ser que, adelantado a su tiempo, es pansexual: igual te glosa las excelencias de las tetazas de una que pasaba por ahí que te mira la bragueta, relamiéndose, y te dice, goloso: "porque tú debes tener una buena polla, eh?" (¿Para cuando una carroza en la Love Parade o en el Infinitamente Gay de la Casa de Campo para estos mimbres? No hay "Osos" o "Leather"? pues que haya, no sé...."apergaminados" o los "Franela"...ya los veo en una carroza en tonos tierra, con manchas resecas, chatos de vino, uñas largas, amarillas y negras con efecto avispa (lo que en la naturaleza suele ser un aviso de veneno), pantalones caídos como los presos del pasillo de la muerte, mucha ropa de abrigo, olor ácido, las orejas como el Buda de la Compasión y, los más atrevidos, con dos cojones, con las zapatillas de andar por casa. Unos reyes del casual).
Aquí que fuímos a tomarnos un gintonic con una peñita como de cuadro de Gutierrez Solana: dos rumanos/bulgaros (mixtos-lobos), a lo bakala, con gorrita ceñida, chándal feo y un monazo de los de antiguamente: desencajados, febriles y ansiosos. Esperando a que el camello-abusón de turno, un compatriota suyo, que estaba en la barra, sobrado y muy cabrón, les machacara haciéndose el orejas primero y ninguneándolos después, para acabar dándoles lo que fuera (imagino que jamaro). El tema era sórdido pero acentuado por el hecho de que el bar tiene unos fluorescentes blanquísimos y muy potentes, como de laboratorio secreto o estilo NASA, que hacía que todo pareciese más irreal, pálido y enfermizo. Era tan deslumbrante la luz y tan poco favorecedora que uno esperaba abrir la puerta del baño y que apareciese un señor con escafandra, al estilo de Aviador Dro, con una carretilla en la que iría E.T., con el pecho encendido, como la brasa de un porro, pidiendo por favor que le lleven a casa o le maten pero que le saquen de allí.
Y Angel en su línea de la reafirmación, del refuerzo positivo, como un neurótico deshauciado: "decidle a estos chavales quién era yo en la empresa", "yo me he follado a una polaca que me ha dicho que nadie se lo había hecho como yo", "yo solo bebo buenos vinos", "yo soy el baranda del barrio", "YO,YO,YO,YO...Y YO". A todo esto, de vez en cuando (y creo que previamente pactado) se acercaba algún figurín del barrio a presentar sus respetos al Padrino: un morito con cinturones de auténtica piel del mítico animal Polipiel, un polaco ebrio, un viejo con gafotas de esas que se ven los ojillos pequeñitos, como cabecitas de alfiler, allá, a lo lejos...esos serán, a lo mejor, los ojos que en las novelas dicen "glaucos".
Una cosa así pero en más feo
Por encima de toda la parroquia mi pensamiento iba dirigido a los camareros de estos lugares. ¿Cómo afrontarán el trabajo? ¿Irán alegres en plan "a ver que nos encontramos hoy"? ¿Amargados por lo raruno del cliente tipo? ¿Con curiosidad? o, peor áun, creyendo que todo es normal y que fuera de los límites de la zona y de su percepción, el mundo entero es igual.
Momentazo bar y momentazo tigre cuando, al ir a entrar en el ídem, tuve un éxtasis de estética sublime, un rato de esos de reconciliarte con el género humano, cuando piensas "sí, somos belicosos, egoístas e inconscientes pero también capaces de eso...". Yo, que he sido estudiante de Arte, he desarrollado una especial sensibilidad por la estética, el arte y la belleza, quedé sobrecogido...por un momento pensé que me estaba dando un subidón del "Síndrome de Stendhal": un abuelo, bajito, estaba meando en el lavamanos del aseo; como era recogidito, el muy pillín, como una de esas ilustraciones tan americanas e idílicas de Norman Rockwell, a la manera de esos zascandiles que se las ingenian para coger las galletas de jengibre que sus mamás acaban de preparar y dejar en la estantería de arriba, estaba de puntillas, casi perdiendo el equilibrio, pero meándolo todo. El momento se transformó en momentazo cuando, al abrir la puerta, mi mirada, desesperada, con un ataque de pánico (casi podía oírla hiperventilar) trató de zafarse de la VISIÓN y se tornó hacia la pared...ERROR: había un espejo, gracias al cuál tuve una panorámica tremenda, supernítida y casi en 3-D de la pichita arrugada, las pelotas que, como mercurio, se escurrían por donde podían y el matojo de pelos canos que irrumpía bravido, por toda la zona, como el agua colándose por cien grietas en un dique (temí por un tsunami de pelos púbicos blancos que sepultara la zona y, mi primer impulso fue correr buscando una zona en alto....tal vez la Plaza de Callao). Confieso que no me fijé pero casi me juego la vida a que el menda tendría cara de concentración y la punta de la lengua asomándole por un lado de la boca y el ceño arrugadete del que está realizando una tarea que exige toda su atención. Aquí aconteció algo muy cinematográfico que cualquier aficionado al thriller reconocerá: ese pasar pegado a algo/alguien peligroso, tratando de no llamar su atención, rezando para no pisar en falso y hacer ruido, con la frente perlada de sudor y conseguir acceder al cubículo del fondo y poder mear en el sitio para ello como, equivocadamente, me enseñaron. Cuando lo conseguí me encerré en el baño y lloré un poquito, en bajito, como una adolescente que sufre de mal de amores en el váter de sus viejos.
Cuando pasó un tiempo prudencial, ya calmado y dominados los temblores, abrí la puerta, justo un dedo y apliqué el ojo a la ranura para ver si el terreno estaba despejado. Efectivamente, no había moros en la costa. El ambiente estaba relajado, tranquilo y parecería que nada de esto había pasado, que era una jugarreta del alcohol, si no fuera por la pátina dorada que empapaba todo y el olor acre de una orina que gritaba: "me quedan 15 minutos de vida". Un último vistazo y un subidón de endorfinas me hizo buscarle el lado positivo al tema y pensar que el sitio lucía como si el lavabo fuera el Queen Mary y Lady Di hubiera botado el grifo con una botella de champán del caro que se hubiera agriado al dejarlo al sol.
Tras esto, de nuevo a la calle...ésta vez buscando, y cito textualmente, "Un bar de los buenos. De calidad. Lleno de niñas bonitas y de mucho nivel". De hecho, explicitó: "a lo mejor nos clavan".
Lo que ahora me hace esbozar una sonrisa, al recordar lo inocente e ingenuo que era hace un tiempo, es el pensar que nos lo creímos. Criaturillas.
24 comentarios:
"Era tan deslumbrante la luz y tan poco favorecedora que uno esperaba abrir la puerta del baño y que apareciese un señor con escafandra, al estilo de Aviador Dro, con una carretilla en la que iría E.T., con el pecho encendido, como la brasa de un porro, pidiendo por favor que le lleven a casa o le maten pero que le saquen de allí."
Pero que grande eres, cabrón, que casi me da una hernia de aguantarme las carcajadas en el curro.
Gracias, tío Manolo
¡Arena, cemento, Julito monumento!
Y tú qué? te has follado a la vecina?
Unos tenéis el Parnaso y otros tienen el amor carnal, así es la vida, Don Julito. Peor es no tener nada.
Si se lo mandas al Jodorosky te hace una obra de teatro-pánico.
Es que Chile... Chile debe de ser una cosa...
Sí, el ceviche, el nitrato...
que allí todos son mezcla poetas, mezcla chamanes, mezcla esperpentos de Valle... Todos todos pueden narrar experiencias paranormales más allá de los límites de la realidad. Pasan cosas raras, en Chile.
Y ese amor por la morcilla, que ni la madre de Ender
Julito, si mi costilla(chilena) te lee que has confundido el ceviche con plato chileno hace pisco sour con tus pelotas.
Oiga que el ceviche no es solo peruano...que se ha exportado a otros países del cono sur con éxito y se ha asimilado...en Chile, por ejemplo...hasta en México hay ceviche...y en chile es popular aunque no sea autóctono
Sí, de hecho he leído yo antes unas declaraciones de Miguel Bosé: "Voy a ir a Chile a comerme un buen ceviche".
A lo mejor es argot gay para referirse a una polla como una olla, triste
Creo que no, pero nunca se sabe, porque a Miguel Bosé le encanta hablar de esas cosas en metáfora.
Queda la segunda parte del apoteósico desenlace, ¿n0? Que no se haga esperar.
En el pais cafetero tambien comemos ceviche
Me acabo de dar cuenta de que la foto de los dos hombres maduros enzarzados en lucha bien podría ser una alegoría gráfica del enfrentamiento —amoroso— entre Juan Carlos de Borbón y su padre.
Cosas mías.
Tú crees que peleaban por el amor de Bárbara Rey?
Hombre, Don Julito, yo sé que se suele decir que no hay tragedia si no hay mujer, pero en este caso no había caído en eso... A lo mejor la mujer de esta tragedia es la Corona, la Monarquía o España; la figura de Barbara Rey sería más bien un equivalente al de la Magdalena en la vida y Pasión de de Jesús.
Puede que en su momento fuera la Magdalena pero a día de hoy parece Lázaro redivivo después de una semana fiambre
Por cierto, Triste, si la Rey era la Magdalena, quién sería José de Arimatea? Sabino Fernández-Campos?
Gñ
ES LA IMAGEN MAS DESAGRADABLE JAMAS COLGADA EN ESTE BLOG, QUITARLA POR FA, POR MI, POR RE
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