Este verano, en un intento por hacerme el étnico y preparar un tabulé caí en que no contaba con perejil fresco ni suficientes tomates. “Tendré que bajar al cajero, sacar dinero e intercambiarlo por esos productos en el establecimiento magrebí que queda frente al banco” me dije a mi mismo con convicción castrense. La operación no podía tardar más de cinco minutos si incluimos que debía cubrir mi torso con alguna camiseta.
Cinco, cuatro, tres, dos, uno, planta baja. Estoy a unos pasos de salir, toco el timbre que da acceso a la salida y me dirijo al último pórtico, el que me permitirá ver los últimos rayos de sol de aquella infernal tarde de calor. Madrid está precioso en esta época del año, chicas con escotes inundan sus calles y los ancianos se esconden del sol en sus casas. Giro a la derecha y veo una pareja de espaldas. Ella: micropantalón vaquero, tan a la moda en estos días apretado como matambre a sus poderosas piernas de afrodita de la cubierta de Leganés. Plataformas himalaya y pelo cortado hasta la altura del cuello, un auténtico ejemplar de hembra que imagina uno le hacen perder varios kilos de peso a puro movimiento pélvico. A su lado y sosteniendo un cigarrillo, su pareja: esmirriado, pelo corto, y unos diez centímetros más bajo que ella a causa de unas plataformas que acentuaban más las diferencias (físicas) entre uno y otro. Mientras trataba de imaginármelos en el cuadrilátero y tan sólo a veinte metros de comenzar mi marcha una chica negra con piercing en la nariz que no tendría más de quince años interrumpe mis pensamientos de sexagenario depravado solicitándome un cigarro y le contesto que no fumo, que la salud, que cómo está la juventud… Como si de un pájaro de mal agüero se tratara la niña-cuervo, los malos presagios surgieron en forma de maldición urbana, a partir de ese momento mis sentidos comienzan a percibir el cambio hacia un micromundo entrópico, la hecatombe, la debacle…
Diez metros más y entro en el cajero, que resultó ser el domicilio de una persona que por razones que desconozco no se presentaba en su domicilio. Tenía el salón un poco desordenado la verdad: una botella de medio litro de fanta naranja y otra de coca cola vacías, naturalmente, y que harían las veces de mingitorio; dos paquetes de cigarrillos estrujados, un Lucky y un Camel y unos cuantos cartones desparramados además de unos plásticos circulares aplastados que tenían pintas de inservibles. Parecía ser que el propietario del cajero, aprovechando el estío como buen capitalista de bien había tenido la iluminada visión de reformar el pisito quizás con la ilusión de poder rentabilizarlo a partir de septiembre ahora que llegan los estudiantes a Madrid: había un agujero del diámetro del culo de Jennifer López en la pared de durlock o cartón piedra, que viene siendo lo mismo, circunstancia que me terminó de asustar y salí a paso ligero del cubículo con el rabo entre las patas, una ricitos de oro lúcida tras haberse metido una raya de speed y que escapa de la casa de los osos a tiempo.
Apuro el paso para cruzar a la frutería y un BMW descapotable alojaba a un negro imponente, traje negro (apuesto a que llevaba zapatos de lagarto), calvo y bañado en oro de imitación que con un acento centroamericano le dice a su interlocutor a través de su I-phone: “No te preocupes, yo lo arreglo brothel”. El terror, las pelotas empiezan a rezumar cada vez más y el culo se une a la barra libre de las glándulas sudoríparas. Ni bien piso la acera de enfrente se acerca a mi una estampida de adolescentes con pintas de provincias ataviados con accesorios de cotillón y liderados por un macho alfa campeón de subnormalidad en su pueblo que las coordina con un megáfono: “alcohol, alcohol, alcohol/ hemos venido a emborracharnos […]”
En el momento en que ya estaba dentro de la tienda y las voces y cantos juveniles se iban difuminando, me acerqué a la puerta otra vez y allí estaban de espaldas, todas vestidas de blanco y siguiendo al unísono a su particular Ferdinando que las arreaba a paso ligero y con voz de tenor amateur, de castrati postadolescente vestido con mallas aleopardadas con un determinante gusto por lo negro y el degradé hacia los grises, todo ello culminado con una cabellera larga y alborotada, como de integrante de Poison (¿?). Salí corriendo del establecimiento amigo, desandé el camino andado y me fui a esconder en mi madriguera.
A la mañana posterior, ya no había ni rastro de indigente, ni utensillos de salón, y el agujero de la pared estaba cubierto con uno de los cartones-cama. Me sentí pequeño, como un enano adolescente. Una vecina, unos días después, me contó que la policía se lo había llevado en un furgón policial tras haber montado un arriesgado dispositivo, que los okupas son cosa peligrosa, los protozoos del terrorismo.
domingo, 10 de octubre de 2010
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26 comentarios:
"una botella de medio litro de fanta naranja y otra de coca cola vacías, naturalmente, y que harían las veces de mingitorio"
tereso, eres un mostro.
Vives en la calle toledo? yo no, pero tengo un apartamento en san bernabé...y luego, mi colega adolfito vive, de toda la vida, enfrente de la fuentecilla
Ya no vivo más allí Julio, un colega reside en esa calle y yo le usurpé el sofá unas semanas, por eso me hubiera gustado conocer a aquel mendicante que fue mi vecino físico y emocional durante unos días.
Vaya, pensaba que éramos medio-vecinos
Me dejo caer de todas formas bastante por casa de mi colega que desaparece repentinamente de su casa y voy a regar las plantas. El viernes, sin ir más lejos nos cogimos una melopea de campeonato en la susodicha casa. Nos echaron los vecinos antes que la policía.
Aviso para todos los que ya saben quién es dios (los que no saben, búsquenlo), entréguense a él, no pierdan más el tiempo. El sufrimiento que le espera a cada uno de los malvados no es comparado con ninguno de los que hay en este mundo. Cosas grandes se acercan todas de destrucción. Pido por aquel que se burle de lo que está escrito, Dios tenga misericordia por su alma y la mía, mucha misericordia el día del juicio. Que dios padre te bendiga.
AMEN.
MEAN.
LEAN
ahora somos vecinos de dios
para mi sin sillín, porfa...
Tu deseo te será concedido
Llevo 5 años con mi esposa y ella era una super en la cama ahora ya no le dan ganas y nunca me busca segun ella no le dan ganas como puedo hacerle subir la libido, a ella le gustaba mucho el sexo oral y ahora dice que mi pene lubrica mucho y que no le dan ganas como hago para que mi pene no lubrique tanto
échele sosa cáustica y espere sin perder la compostura
Tereso, no des más datos, que te la estás jugando, que un día te va a aparecer Ender, el enano calvo, en la puerta de tu casa y te viola brutalmente.
a ti al final te moló, gañán
Cuántos maricas hay aquí??
Son legión, empezando por Ender, el mini marica.
se dice marica matchbox
Ya decía yo que este blog perdía aceite, cada vez que se saca el tema de amor hetero, algunos no saben por dónde salir y sacan a relucir los insultos, porque claro está que pierden aceite
Una lo flipa!
No flipe tanto Paca, usted debe ser la única hetero que hay aquí
Decía la zorra de la fábula que las uvas estaban verdes
Cuándo maduren avisas
se dice marica matchbox
como uvas verdes teneis los güebines, galopines, cuidao que os doy con mi tranca
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