Se han fijado ustedes alguna vez en cómo los bebés miran fijamente cualquier aparato que tenga luces? No nos engañemos, tampoco es que los pobres se caractericen por su poderosa inteligencia o sus ingeniosas apreciaciones sobre la situación política actual en la República del Congo. Supongo que un pedagogo especializado en educación infantil me discutiría y me daría millones de ejemplos para demostrarme la inteligencia de los niños. Pero a mí no me parece que mi teoría tenga implicaciones negativas. Muy al contrario, el desarrollo y experimentación de las habilidades perceptivo-motrices me resulta más estimulante que cualquier ensayo de Princeton Lyman. No sólo eso, sino que personalmente, aún no he salido de esa fase. Por una especie de regresión infantil, una de las cosas que más me fascina son las lucecitas de colores: Máquinas pinball, móviles, televisiones, árboles de navidad y mecheros me dejan suspendida en un éxtasis sensorial. Qué es lo que me pasa por la cabeza. Yo diría que: discoteques, chicas con minifaldas bailando enloquecidas, chicos con trajes chaqueta lila esnifando cocaína sobre las berzas de una negra con afro, David Mancuso pinchando, parejas montándoselo detrás del piano de cola y cócteles de Marie Brizard.
En Crash, Ballard describe las luces de los automóviles en un pasaje en el que James mira el tráfico de la autopista desde el balcón de su casa. Las luces se convierten en un fetiche tecnológico perversamente pornográfico. Si bien, por desgracia mis motivaciones no tienen un carácter simforofílico, siempre me gustaron los camiones grandes con dispositivos reflectantes y luces de gálibo rojas y naranjas porque me transportan a una sala de fiestas rodeada de gente que se lo pasa bien. De hecho, estoy convencida, que en el interior de estos camiones hay una rave de gente desfasada que baila y folla.
Les presento a Dekotora, el paradigma de mis fantasías. Influídos por las series Gundam, en Japón existe un fenómeno que comprende y sacia mis perversiones: camiones decorados con luces de neón y ultravioletas. Una mezcla de transformers, pinballs, camiones de bomberos, manga y el escaparate de El Corte Inglés en Navidad.
Y quién sabe, quizá como yo, cuando un bebé clava la mirada en artefactos de luces, está ya pensando en orgías disco.
Pasen y vean: uno, dos, tres, cuatro, cinco.
martes, 2 de noviembre de 2010
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18 comentarios:
Hostia, qué locurón!!! si parece que va a bajarse el concejal de urbanismo disfrazado de Baltasar
Ahora entiendo por qué en los puticlubs ponen luces de colores parpadeantes
Lo que sería bueno sería un duelo entre un camión de estos y el diablo sobre ruedas.
parecen Transformers
Parece que en cualquier momento van a salir una recua de negros con pelo afro y plataformas cantando música disco.
La movida Pegamin era tener uno o varios camiones de estos cargados de menores en celo vestidas de putón.
¿No?
Creo que ya voy pillando la onda.
Que no, Drunking, que varios de nosotros ya hemos dejado claro muchas veces que nos molan las Maturazas.
Pero no te preocupes, que la próxima entrega de Estilismos Pegamin tratará sobre las tetas caídas.
Son como de barraca de feria o de circo con posibles, ¿no?
Camiones de Jack Kirby conducidos por Angel Cristo circa 1983 (Con la Brigitte Nielsen patria a su vera ).
http://www.youtube.com/watch?v=mKsx59XbDN0
Joder
http://www.youtube.com/watch?v=pHemtPIz_9o
Al parecer, los parachoques estan decorados con lamparitas de papel. Como un restaurante chino.
En marruecos también los decoran pero sin tantas luces..aunque los pintan y tienen como bolitas colgando...creo que, en general, en el Tercer Mundo el concepto fragoneta y camión son muy queridos...mira los soundsystems jamaicanas, los transformers estos....para ellos debe ser como un totem, como la personificación de un dios
asin bonanga
Pero choni, las madurotas y las tetas caídas no son ilegales, es que lo ilegal siempre llama mucho.
Un camíón de estes, corriendo por la A-9 de noche y cargado de putas es mogollón de rad.
Y llevando al Dragó todo drogao atado a la defensa.
Trata de blancas, pedofilia, conducción temeraria, secuestro y tenencia de drogas...
Mi madre lo llamaba el "síndrome de la urraca". XD
A mí me gusta referirme a él como el de las mentes que rehuyen complejidades :)
Qué artefactos tan fascinantes!
Somos una civilización amante de las lucecitas de colores; vamos a las ferias, nos embelesan los fuegos artificiales(amén de los reales), asociamos magia a todo efecto de luz.
Hay un aforismo antropológico en todo esto que se me escapa...
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