lunes, 9 de mayo de 2011
Por fin juntos (II): psicocountry-homosexual
Para ser homosexual hay que tener cojones, un par de ellos, al menos. Bueno, había, viendo la palada de tierra que impuso el factor tiempo en el (in)consciente colectivo. Había porque en los 50 sí tenías que tener un par huevos en la esplendorosa EE.UU. macartista, sobre todo si tu piel era más parda que la de tus coetáneos, pertenecías al coro de la iglesia y tu padre no le molaba un pelo tus actitudes amaneradas. Ya se saben la historia más o menos, sí hombre, Little Richard, el puto negro que inventó el rock. O casi. Porque esa historia no la escribió él.
En el Greenwich Village de los ´60 manifestaciones afeminadas como la de nuestro anterior icono rockero estaban un poquito más a la moda: tolerancia, paz, amor y drogas mil eran cosa constante entre tanto Bob Dylan y Fred Neil por ahí. En ese batiburrillo neoyoquino, era de esperar algún cocodrilo albino, ese cigoto extraviado transusbtanciado en el cuerpo y alma de don Peter Grudzien, músico enamorado del country y el hillbilly, oriundo del barrio de Queens, ese que los Ramones y la niñera esa convirtieron en estandarte de sus polares causas que no eran ni por asomo la de Grudzien, cubierto por un aura benjaminiana de todito el espectro luz, quien se lanzó a la conquista de la gran manzana a base de patearse cafés como todo un one man band que él era.
Outsider le dicen ahora siempre que se intenta uno acercarse un poco más a su figura, hoy término más desvanecido que una mancha tras el paso de Cillit Bang por un duro debido al cambio de paradigmas, probablemente. O la política exclusiva de algunos. O a la industria musical finisecular. Elija su propia historia.
Peter Grudzien, que en su trayectoria musical no se comió un colín (en la otra unos cuántos, hemos de suponer)que abrió un nuevo género mucho más arriesgado que el sobadísimo marica-rock setentero a la estela de ese camaleón hetero que todos conocemos. Y la gente sin darse cuenta. Pues eso, que con un par de cojones el hombre se plantó ya en los 70 con un discazo marca de la casa a base de country mechado con riffs psicodélicos, efectos por doquier, gilipolleces electrónicas y una voz de barítono que emulaba a la leyenda de su ya perdida infancia: Johnny Cash, el hombre de negro; tanto en fondo como en forma, esa voz a veces susurrante y cargada de reverb (brillo según los gitanos de mi barrio) entona un cántico interminable que pasea por la ya mencionada homosexualidad y la religión sin concesiones. The Unicorn (1974), el primero de su dos discos, recoge quince canciones de los 900 temas que él mismo dice que compuso. Nuestro ídolo de Queens inspiró quizás a otros como el ínclito Glenn Meadmore, quien posee en su haber el honroso título de fundador del cowpunk-gay-christian oriented. Y más cosas que no vienen al caso o que tal vez no me apetecen contar. Elija su propia historia.
En definitiva, lo de Grudzien está, en términos cualitativos, a la altura de lo que otro mariconazo como Truman Capote realizó con A sangre fría untando dos géneros que en el caso de nuestro vaquero se materializa aún más arriesgada por lo quijotesca de la fusión. Un por fin juntos en toda regla: psicodelia, country y temática deliberada y recurrentemente gay. El final es como siempre bastante patético: mientas uno se hundió a alcoholazo el otro quedo sumido en la inopia, dando bolos en los alrededores de se Nueva York y sin biopic hollywoodiense, pero con alguna mención en alguna recopilación de outsider rock así llamado y otro de tonadillas de orientación gay en el cual se recoge el tema que les dejo debajo.
Os dejo, que me voy a comer unas ricas pollas.
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13 comentarios:
Qué le ha pasado a este blog?
Una entrada genial. No lo conocía y me ha encantado. "White Trash Hillbilly Trick", voy a adoptar el soniquete para cuando me haga falta. Qué siga la serie. JN
Hostias Tereso que guay.
Gran post, Tereso
Ponte a currar, puto funcionario.
Ponte a estudiar, ano. Que te va a pillar el toro.
Yo no curro, tengo beca
gracias totales. sigo de pedo y sin beca.
h
d
p
y
J
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