Lucía, abogada de profesión, no sabe que está a punto de conocer al amor de su vida dentro del fétido taxi que ya se dirige a recogerla al aeropuerto. Todo está orquestado por fuerzas superiores. Además, José María, el taxista, es hijo de un funcionario de Hacienda y ella nieta de falangista lo que añade, aún más, maldad a la ecuación. Juntos engendrarán al Anticristo o, cuanto menos -si ella no recuerda tomarse el ácido fólico- a un genocida de primera magnitud.
Los caminos de Satán son inescrutables.
viernes, 24 de junio de 2011
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16 comentarios:
y será verdad y todo.
El verdadero horror es que existen los abogados taxista.
Chian chiiiiaaaan chiaaaaaan
"El catorce de Febrero de 1982, en la cabina 15 de la Sauna de Comendadoras entró un hombre por la puerta que me cambió la vida. Era de los Emiratos Árabes, y tenía los ojos más bonitos que he visto en mi vida Hicimos el amor, y no volvimos a vernos hasta meses después, en Roma, en un hotel a orillas del Trastevere. A mi novio le dije: Me voy a Roma, lo necesito. Y en la maleta metí todo ropa de verano y de invierno. A saber cuándo iba a volver..."
Este microrelato me lo ha contado esta mañana en el after la Cherry, un transformista de 58 años. Gracias a él la redada policial que estábamos sufriendo se convirtió en un acontecimiento.
A mi me contó un pavo que un dia quedó con un pesetas para que le hiciera una mamada en su keo. Se ve que subió con la petaca de las monedas a cuestas, saludó y le comenzó a comer la polla sin mediar palabra como si no hubiera mañana. Una vez acabada la faena, el pavo, como es muy dado a tratar con chaperos y comebolsas, le soltó en un acto reflejo el tipico eufemismo de "quieres que te deje algo para el taxi"...
Y hasta aquí la anécdota mierdera del día sobre el gremio.
Julito, ¿te la ha vuelto a jugar un taxista? Lo tuyo es una vida de riesgo en el asfalto,
No. Solo los detesto por principio.
La verdad es que yo no soy de taxis, si la fatiga aprieta si que me pillo el transporte publico, que total a las 5 ya abren los metros. Prefiero que me dé el aire en la cara mientras asiento las Voll-Damm, e ir chino chano depredando a mujeres chuzadas que han perdido toda su dignidad, ahuyentando maricones y consolando a cuarentonas que salen del bingo, en un habitual orden de ruta hasta la mansión.
Pero si algo he aprendido es que tanto el taxista como el transportista son seres de la noche que dan un especial miedito. En esa continua soledad en la que se encuentran, vibrandóles el colón permanentemente, perturbados por las ondas hertzianas de programación nocturna sobre conspiración y misterio o de reality costumbrista y cronica negra celtibérica. Ademas siempre van armados, algunos deben tener un maletero que ni el Impala de Dean Winchester. Aunque con un "perro" para inmovilizar el volante ya se sobran para hacerte un coño en la cabeza. Cuando están apostaos en sus zonas fumando les sobresalen del costao del asiento esas varitas de acero finitas bien guapas y demás armas de impacto conmocionador... aunque fijo que mas de uno te lleva su buena pipa, descuartizadores tipo hacha o machetazo y hasta algún taser sin homologar de los bazares del puerto. Aunque lo que mas acojona son esas movidas colectivas que se montan cuando apuñalan alguno de sus compis. Que se juntan a hacer de justicieros, con sus rondas a las zonas chungalies, y que suelen culminarlas pegándose un gang bang con las putas desdentadas de la Zona Franca después de abrirle el tarro a algún incauto walking dead de los alrededores que ha pagao el pato. No seria la primera vez que escucho la historia de marras de esos chavales que se han negado a pagar, se han escaqueao dandole cuatro patadas al taxi, y no han andao ni cuatro manzanas que ya se han visto barraos por cuatro taxistas dispuestos a darles la del pulpo.
Qué historias de la noche y la ciudad que contáis, madre mía. Yo ahora vuelvo a Madrid y me acojono seguro.
De dónde lo has copiado?
A mi, particularmente me caen en mayor gracia los transportistas que los taxistas, quizás por principio como dice Julito. Hoy sin ir más lejos me despertó en el final del recorrido el autobusero. Con mejores maneras que más de alguna amante me respondió ante mi pregunta dónde estamos con un recio "en las Aguilas".
Tereso, cuando digo transportista, digo el camionero español de toda la puta vida. Ese obrero que ha hipotecado su existencia en un Iveco, y que no es precisamente un entrañable Jack Burton con su camiseta Kabuki, sino un popeye gordopilo descamisao que aprovecha para mamarse una vez apeado en la puerta de donde tenga que descargar a la mañana siguiente. Pasandose la noche invocando chochitos con la sutileza tipica de la raza española, amedrentando a cualquiera que se acerque a sus lonas y haciendo cagar dientes al tipico guiri subnormal que se pone a mearla en una rueda.
Y el problema de la chavala está claro. Qué cojones hacia usted que no le hacia más liviano el trayecto sobándole las tetas y dandole dedín?
Qué bonita tonada la de Julio en su hit "La carretera". Lo tiene todo en su retrato del transportista español, incluido el paisaje sentimental poblado de whiskerías, celos y mujeres que esperan en casa con el camisón profanado por el esperma de otro.
Si, lo sabía, pero me vino a la cabeza la imagen del enemigo mortal del taxista por antonomasia después de los putos rojos, claro.
"camisón profanado por el esperma de otro"
Triste, eres un Umbral burgalés, macho
te idolatro
gracias, Julito, no es para tanto pero me llenas de orgullo y satisfacción.
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